tag:blogger.com,1999:blog-842319033872854002024-03-12T16:10:44.623-07:00La Unción de los enfermosHIJOS DE LA SAGRADA FAMILIAhttp://www.blogger.com/profile/02801523088903507955noreply@blogger.comBlogger31125tag:blogger.com,1999:blog-84231903387285400.post-82596790555340953202018-02-02T11:44:00.000-08:002018-02-02T11:49:56.697-08:00¿Cuándo es lícito sedar y cuándo es eutanasia encubierta? Un experto en cuidados paliativos matiza<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
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<a href="https://2.bp.blogspot.com/-LrUnD1VfgI0/WnTA3pRKYsI/AAAAAAAARDo/X_e6DaOj9f4MzOMFHiSh1XIYo4GQ3MrxgCLcBGAs/s1600/cuidados_hospitalarios.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="500" data-original-width="961" height="166" src="https://2.bp.blogspot.com/-LrUnD1VfgI0/WnTA3pRKYsI/AAAAAAAARDo/X_e6DaOj9f4MzOMFHiSh1XIYo4GQ3MrxgCLcBGAs/s320/cuidados_hospitalarios.jpg" width="320" /></a></div>
<br />
En Italia, la incógnita sobre las circunstancias de la muerte de Marina Ripa di Meana, polifacética escritora y celebridad italiana del cine y la televisión fallecida el 4 de enero a los 76 años, ha servido para que en la opinión pública se equiparasen los cuidados paliativos y la sedación profunda con la eutanasia.<br />
<br />
Para deshacer equívocos, Benedetta Frigerio entrevistó en <i>La Nuova Bussola Quotidiana</i> a Claudio Bulla, médico internista experto en cuidados paliativos, quien explica con gran precisión cuéndo es ética la sedación profunda, en qué momento suele efectuarse y con qué fin, más allá del cual no debe aplicarse porque implicaría provocar la muerte del paciente:<br />
<br />
<b>-¿Qué es la sedación profunda? </b><br />
<br />
-En general se habla de sedación paliativa. Es un tratamiento que consiste en disminuir o quitar la conciencia a un enfermo, con su consentimiento, cuando ya los mejores cuidados disponibles no pueden paliar el sufrimiento. Puede ser temporal o continuada, parcial o completa, es decir, profunda. La primera se realiza cuando, por ejemplo, en un determinado momento del día un síntoma de la enfermedad del paciente es muy intenso y los fármacos no consiguen controlarlo; en este caso, se le pregunta al enfermo si quiere dormir, al menos por la noche o unas horas durante el día. Cuando se despierta el síntoma es más tolerable. Pero si el síntoma es verdaderamente resistente, es conveniente comentar una sedación permanente en la que la conciencia se quita de manera continua hasta la muerte natural.<br />
<br />
<b>-¿Cuánto puede durar una sedación profunda, es decir, desde el momento en que los síntomas de una enfermedad se convierten en intolerables e incontrolables?</b><br />
<br />
-La bibliografía habla de un intervalo que va de un día a trece días desde el inicio de la sedación hasta la muerte. Pero, según mi experiencia, este tipo de sedación se aplica casi siempre en las últimas horas de vida. Los síntomas son intolerables cuando el paciente ya no los soporta a pesar de los mejores intentos terapéuticos para aliviarlos.<br />
<br />
<b>-¿Cómo juzga la utilización de la sedación profunda cuando no es necesaria para controlar el síntoma?</b><br />
<br />
-Hay directrices publicadas por la Sociedad Italiana de Cuidados Paliativos: dicen que es necesario informar al paciente y tener su consentimiento. La sedación profunda es necesaria sólo cuando existe un síntoma intolerable que no responde ni siquiera a las mejores terapias paliativas. En caso contrario no es posible efectuarla; es incluso éticamente equivocado, porque la conciencia es un bien indispensable de la persona, también en el final de la vida, un momento en el que muchas personas tienen miedo de morir y desean poder mantener un contacto con la vida que le queda y con sus seres queridos.<br />
<br />
<b>-Pío XII dijo que era lícito suprimir el dolor con el uso de narcóticos "si no existen otros medios y si, en dichas circunstancias, esto no impide el cumplimiento de otros deberes religiosos y morales", refiriéndose "únicamente" a la voluntad de "evitar al paciente dolores insoportables"</b><br />
<br />
-El síntoma es, por definición, subjetivo. Hay escalas de valoración que intentan definir el umbral de sufrimiento mediante escalas numéricas, pero en gran medida sólo el paciente pude decirnos el nivel de sufrimiento que tiene. El problema es comprender la percepción que el paciente tiene del dolor: una molestia que a mí me puede parecer de modesta intensidad, el enfermo puede percibirla de manera muy intensa. También es cierto lo contrario: un síntoma que a mí me parece insostenible, puede no serlo para el paciente.<br />
<br />
Recuerdo una mujer joven que, en los últimos cinco o seis días antes de morir, tenía un vómito irreprimible decido a una oclusión intestinal; el síntoma era refractario y las mejores terapias suministradas no podían controlarlo. Yo pensaba que era una situación insoportable, pero ella me dijo que no quería perder la conciencia y que prefería mantener esa situación con tal de poder seguir comunicándose con su hija y sus amigas. Fue una situación difícil también para el equipo médico: alguno de nosotros hubiera preferido no respetar las disposiciones de esta paciente y proceder con la sedación sin su consentimiento.<br />
<br />
La filosofía de los cuidados paliativos es antitética a la de la eutanasia: busca controlar el dolor y mantener al paciente en contacto con sus seres queridos hasta el momento de la muerte natural, vaya precedida o no por una sedación profunda, que solo debe aplicarse con consentimiento y en la última etapa del proceso vital.<br />
<br />
<b>-Si la conciencia es un bien fundamental de la persona, ¿qué otro bien objetivo que haya que tutelar justifica la posibilidad de sacrificarla?</b><br />
<br />
-Un síntoma resistente grave que genera un sufrimiento intolerable, según el juicio de la persona que muere. Le pongo otro ejemplo: la falta de respiración genera una enorme angustia en los enfermos. Cuando los tratamientos habituales (morfina, cortisona, ansiolíticos) ya no bastan para eliminar el síntoma y la angustia que provoca, es necesario proponerle al enfermo la sedación. El bien objetivo que hay que tutelar es el deber de aliviar los dolores de la persona que sufre. Por lo tanto, éste es el fin único, que tiene como consecuencia la pérdida de conciencia sin acelerar la muerte, que llegará de manera natural. Por los datos presentes en la bibliografía, este tratamiento se aplica al 20% de las personas que mueren y normalmente cuando ya la muerte es inminente.<br />
<br />
<b>-¿Se puede utilizar la sedación profunda para acelerar la muerte? Si la respuesta es positiva, ¿cómo?</b><br />
<br />
-Si el organismo de la persona no da indicios de una muerte inminente y el pronóstico de supervivencia es de más de tres-seis semanas (existen escalas de valoración del pronóstico en los cuidados paliativos), realizar la sedación profunda, tal vez suspendiendo la hidratación y la alimentación, es un acto moralmente ilícito que acelera la muerte.<br />
<br />
<b>-¿Es posible usar una sedación profunda para acelerar la muerte sin privar a la persona de la alimentación y la hidratación?</b><br />
<br />
-Repito, la finalidad de la sedación no es provocar la muerte, sino tratar el sufrimiento. Se puede acelerar la muerte utilizando una dosis desproporcionada, respecto a la necesidad de disminuir o abolir el síntoma, de los fármacos sedantes. Está claro que si el objetivo del médico es sólo controlar el síntoma es difícil que se exceda voluntariamente y aumente la dosis del fármaco.<br />
<br />
<b>-¿Es ético utilizar la sedación después de haber quitado el respirador, como en el caso de Welby [Piergiorgio Welby, célebre activista italiano pro-eutanasia 1945-2006]?</b><br />
<br />
-Es ético sedar al paciente que, en ausencia de ventilación mecánica, muere en estado de gravísimo sufrimiento. Una cuestión muy distinta es la oportunidad de cesar voluntariamente la ventilación artificial cuando la muerte no es inminente. Todos mis pacientes con ventilación mecánica han muerto con la ventilación en función, que ha sido desenchufada después de la muerte o en los últimos instantes de vida. No hay casos en los que el ventilador sea tan molesto para que se diga: "Desenchufémoslo, porque al paciente le hace más mal que bien". Por lo que llegué a entender por la prensa, la elección de Welby no estuvo determinada por el hecho de que la respiración mecánica fuese más perjudicial que útil para su bienestar físico.<br />
<br />
<b>-¿Qué piensa de la ley sobre la DAT (Declaración Anticipada de Tratamiento)?</b><br />
<br />
-Recientemente han protestado contra mí por afirmar públicamente que, a menudo, los médicos sedan a los enfermos sin haber obtenido su consentimiento; por este motivo he sido juzgado por el colegio de médicos de mi provincia.<br />
<br />
Las recomendaciones de las sociedades científicas de cuidados paliativos dicen que hay que hablar de la sedación con el paciente. Esta ley insiste mucho sobre la necesidad del consentimiento informado. Sin embargo, me causa inquietud que, intentando evitar formas de distanasia, se está abriendo el camino a posible soluciones de renuncia a la vida, de posible abandono terapéutico, pedido por el enfermo y consentido por el médico.<br />
<br />
No tiene nada que ver con la filosofía de los cuidados paliativos que, en cambio, se preocupa de ofrecer a los enfermos la posibilidad de terminar la propia vida de manera natural, con el menor sufrimiento posible y salvaguardando el valor de la relación entre quien cuida y quien es cuidado.<br />
<br />
Con esta ley se quiere abolir el llamado "paternalismo" médico afirmando la autodeterminación de la persona enferma, pero el riesgo es invertir la asimetría entre los dos sujetos. De hecho, la ley abre la posibilidad de que el enfermo imponga al médico qué puede hacer y qué no puede hacer, sin posibilidad de apelación por parte de éste.<br />
<br />
No es casualidad que el término original "declaraciones" haya sido sustituido por "disposiciones", mucho más coercitivo en lo que atañe al comportamiento del médico. De hecho, la ley ni siquiera prevé la objeción de conciencia del personal sanitario.</div>
HIJOS DE LA SAGRADA FAMILIAhttp://www.blogger.com/profile/02801523088903507955noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-84231903387285400.post-46553536822766082362017-11-11T05:36:00.004-08:002017-11-11T05:44:13.343-08:00El padre Ubald, con el don de sanación, cura cuerpos y almas: «El secreto de la paz es el perdón»<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
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<a href="https://3.bp.blogspot.com/-DL0zJCHFKUM/Wgb8e3QFWuI/AAAAAAAAQn0/e4h01ytwC0cvvufXX4fC2WjHyxuiC-7lwCLcBGAs/s1600/SacerdoteCuraRuanda2.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="480" data-original-width="385" height="320" src="https://3.bp.blogspot.com/-DL0zJCHFKUM/Wgb8e3QFWuI/AAAAAAAAQn0/e4h01ytwC0cvvufXX4fC2WjHyxuiC-7lwCLcBGAs/s320/SacerdoteCuraRuanda2.jpg" width="256" /></a></div>
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A su padre lo mataron cuando él tenía 7 años, y su madre murió durante el genocidio que devastó Ruanda en 1994. “Vi cómo hermanos en la fe mataban a otros hermanos en la fe en mi propia parroquia. Hasta mis parroquianos me querían matar a mí”. Desde entonces, Ubald Rugirangoga predica en su país la liberación del perdón, organizando retiros con víctimas, y también con los perpetradores de la masacre que se llevó 45.000 vidas en tres días. <br />
<br />
Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo cuenta el Alfa y Omega la historia de este sacerdote que en 1991 recibió el don de intercesión por la sanación de los enfermos, con numerosas curaciones físicas y espirituales.<br />
<br />
<b>- Usted afirma haber recibido en 1991 el don de sanación. ¿Qué es exactamente?</b><br />
- Empecé a rezar por los enfermos en 1987, a raíz de una epidemia de disentería que hubo en mi parroquia y que provocó muchos muertos. Yo tenía miedo de contagiarme y de enfermar cuando rezaba por ellos, pero pensé con mucha fuerza: “¡Tenemos que rezar!”, y al cabo de un mes de orar todos juntos en mi parroquia la enfermedad desapareció. ¿Fueron las medicinas? ¿Fue la oración? Yo solo sé que ahí nació dentro de mí el interés en rezar por los enfermos. Formé un grupo de nueve personas que empezamos a rezar cada jueves por los enfermos, con mucha fe y convicción.<br />
<br />
En 1991 vino un nuevo don: en la acción de gracias después de una Eucaristía vi venir hacia mí la imagen de un pie izquierdo con heridas. Luego, una mano derecha, junto a una voz que me decía que alguien sufría del codo. Luego, la imagen de un trasero de alguien lleno de heridas. Y luego el vientre de una mujer embarazada, y la voz diciéndome que una mujer tenía miedo al embarazo. Por último, la voz me dijo que había alguien allí que pensaba que daba igual rezar o no rezar. Todas esas imágenes y voces vinieron a mí.<br />
<br />
<b>- ¿Qué significaba todo eso?</b><br />
- Entonces pregunté si alguien allí sufría del pie izquierdo, y un hombre dijo: “Yo”, y le pedí: “Prueba a andar”, y entonces se levantó y dijo: “¡Ya no me duele!”. Después pregunté si alguien padecía de su codo derecho, y un hombre se levantó y dijo que se había curado de repente. Después pregunté si alguien tenía heridas en su trasero y una mujer se levantó del suelo, porque no podía sentarse, y al cabo de tres días las heridas habían desaparecido; ella no se lo creía. Luego pregunté si alguna mujer estaba embarazada y tenía algún problema; una mujer se levantó y dijo que ella había tenido dos hijos pero luego llevaba siete años sin tenerlos, porque había perdido dos hijos, y este no creía que iba a nacer vivo; yo le dije que sí iba a nacer vivo. Y así fue.<br />
<br />
<b>- ¿Y la persona a la que le daba igual rezar o no rezar?</b><br />
- Pregunté por ella también, y se levantó una mujer. Su hijo de 5 años estaba enfermo, con una llaga en una pierna, y el médico le dijo que debía amputarla porque la herida llegaba ya al hueso. Ella quiso rezar y le pidió a su marido que la acompañara, pero él no quiso. Todo eso la deprimió y entonces ella perdió la esperanza en la curación de su hijo, pensaba que la oración no iba a solucionar nada. Pero ella vino a rezar ese día, y al cabo de tres días la herida de su hijo estaba completamente curada.<br />
<br />
<b>- ¿Cómo se lo tomó?</b><br />
- Estaba sorprendido. Yo tengo la convicción de que todo esto viene de Jesús. Eran imágenes, voces, que de repente llegaban a mí cuando rezaba, y la gente se curaba. Todo era nuevo para mí. Decidí consultar con mi obispo, y me recordó que el libro de los Hechos cuenta que también Pedro veía imágenes que le ayudaban en su ministerio. Así que me dio la autorización para llevar a cabo este don.<br />
<br />
<b>- ¿Desde entonces ha sido testigo de curaciones físicas?</b><br />
- Sí, muchas, incluso aquí en Madrid. En el retiro en el que acabo de participar me impresionó una doctora que padecía de un problema en su cabeza y dijo que se le había curado. En otra ocasión, en Estados Unidos, estaba yo rezando en adoración ante el Santísimo, y me vino la imagen de una chica en una silla de ruedas. Por la tarde estaba en un retiro, ¡y vi a la chica que había visto por la mañana! Recé por ella y me fui, y después invité a quien padeciera de alguna parálisis a que se levantara. Ella no se lo creyó en ese momento, pero luego, cuando ya estaba en la sacristía escuché voces fuera: la chica se había levantado de su silla de ruedas.<br />
<br />
<b>- Padre Ubald, también hay heridas interiores, en el espíritu…</b><br />
- Toda curación física está encaminada a una curación espiritual. Cuando ves a alguien que ha recibido una curación, eso aumenta tu fe. Esas curaciones te hacen creer más. Y también hay sanaciones que pasan por el perdón, porque el odio es una herida muy grande. Pero, al perdonar, las personas se curan y recuperan la paz. Mi misión principal es llevar a la gente a Jesús, llevar a la gente a la fe, a creer en Él, a creer que después de esta vida hay otra. Él es la Verdad, Él está vivo, lo que dice es la verdad.<br />
<br />
<b>- ¿Por qué no hay entonces más curaciones, para que haya más gente que pueda creer?</b><br />
- Es por nosotros. Si nosotros no rezamos por las curaciones, no habrá curaciones.<br />
<br />
<b>- Usted experimentó en su propia vida el genocidio que hubo en Ruanda. ¿Es posible sanar también esas heridas?</b><br />
- Sí es posible. Yo mismo no tengo ningún odio. El hombre que mató a mi madre durante el genocidio de 1994 es ahora mi amigo; él vino un día a pedirme perdón, y yo lloré, le abracé y le dije: “En el nombre de Jesús, te perdono”. Me he hecho cargo de sus dos hijos y les he pagado los estudios. Uno de sus hijos no podía perdonar a su padre por lo que había hecho. Había matado a muchas personas, y ahora… Yo le dije: “Ven, y recemos juntos”, y le pedí que perdonase de corazón. Él lloraba cuando decía: “Perdono a mi padre…”.<br />
<br />
<b>- Esto debe ser difícil de entender para muchos en su país…</b><br />
- Predicar el perdón me ha traído problemas, Dios mío. A veces la gente no lo entiende. Pero para mí el odio es el mal, y lo vencemos con el perdón y siendo misericordiosos. Solo así se puede parar la violencia.<br />
<br />
Otro ejemplo: un hombre mató a otro, y el hijo de la víctima se casó con la hija del verdugo. Esa chica, cuando me escuchó predicar el perdón y dar mi testimonio, quiso hacer algo. Ella sabía que su padre había matado a un hombre y había dejado viuda a su mujer, y entonces fue a verla y acabó viviendo con ella, ayudándola en todo. El hijo de aquella viuda, que pudo escapar del genocidio, llegó un día a casa de su madre y se encontró con la hija del asesino de su padre. “¿Qué hace esa chica aquí? Su padre ha matado a papá”, dijo enfadado. Pero la madre defendió a la chica: “Es una buena chica, es amable, me cuida mucho”. Con el tiempo, él se dio cuenta de la bondad de la chica y cómo cuidaba de su madre, y acabó casándose con ella. Yo bendije su matrimonio y hoy tienen tres maravillosos hijos.<br />
<br />
<b>- ¿Y qué pasó con el padre de ella?</b><br />
- Cuando salió de la cárcel, su hija preparó la reconciliación entre ambas familias. Recibió el perdón de la mujer y de su hijo, y él mismo decía: “Soy feliz. Yo quité la vida, y ahora mi hija me la está dando. Yo di muerte y ella da vida”. Ahora es un abuelo orgulloso de sus nietos.<br />
<br />
<b>- Dirige en Ruanda el centro El secreto de la paz. ¿Cuál es ese secreto?</b><br />
- ¡El secreto de la paz es el perdón! Este es un centro en el que rezamos por la sanación de las personas. En mi país hay muchas heridos y lo primero que hacemos es escucharlos. Hacemos una escucha cristiana, porque muchos vienen con mucha ansiedad. La gente necesita alguien que los escuche, porque si no se vuelven locos. Pero si tienes alguien que te escucha, entonces compartes el dolor de tu corazón, curas tus heridas. Fundé una congregación llamada Misioneros de la Paz, con ramas masculina y femenina, y también con laicos, como un gran familia, y el carisma que tienen es el de la escucha: acoger y escuchar a las personas, y confortarlas.<br />
<br />
<b>- ¿Qué ocurre cuando uno quiere perdonar pero no puede?</b>- Si no perdonas al alguien, entonces estarás llevando a esa persona encima, como un gran peso, toda tu vida. No perdonar es una forma de morir. Tienes que perdonar, para ser libre, para dormir bien, para no llevar ese peso siempre… Y si no puedes, al menos reza por ello, pídele a Jesús ese don, porque sin Jesús perdonar es imposible. Él lo hace.</div>
HIJOS DE LA SAGRADA FAMILIAhttp://www.blogger.com/profile/02801523088903507955noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-84231903387285400.post-58825193677635305052017-11-07T07:54:00.001-08:002017-11-07T07:54:15.914-08:00Cuando una «buena muerte» era dolorosa: la eutanasia a través de las épocas, por Caitlin Mahar<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
Actualmente, un objetivo prioritario de los dos movimientos orientados a la atención a los moribundos (cuidados paliativos y eutanasia) es la eliminación del sufrimiento. Se apoyan en la idea de que una buena muerte es una muerte sin dolor. Pero no siempre fue así.<br />
<br />
El término “eutanasia” procede del griego “buena muerte”, pero solo empezó a usarse en la forma hoy común a finales del siglo XIX. Durante siglos, en las sociedades occidentales “eutanasia” significó una muerte piadosa bendecida por Dios.<br />
<br />
Las formas de alcanzar una buena muerte dieron lugar a unas guías “ars moriendi” [arte de morir] muy populares que proponían oraciones, actitudes y actos dirigidos a conducir al moribundo a la salvación. No se trataba necesariamente de un proceso sin dolor: con diferencia, la imagen más reproducida de la buena muerte era la crucifixión de Cristo.<br />
<br />
El dolor que podía acompañar a la muerte se veía como un castigo por el pecado y, en última instancia, como algo redentor: una oportunidad de sublimar el mundo y la carne por medio de la imitación del sufrimiento de Cristo. También era una prueba para la compasión y la caridad de amigos, parientes e incluso extraños.<br />
<br />
El mandato cristiano de visitar a los enfermos, entendido como visitar y cuidar a los agonizantes, se veía como un deber colectivo. Se esperaba de niños y adultos que ofreciesen apoyo físico y moral a quienes estaban gravemente enfermos.<br />
<br />
No era corriente que los médicos se quedasen en el lecho de muerte. No tenían un papel evidente en el decisivo asunto espiritual de morir, pero tampoco se les asociaba especialmente con la mitigación del sufrimiento.<br />
<br />
De hecho, en la era pre-anestesia, era más probable que se considerase a los médicos como causa de dolor. La cirugía era, por supuesto, insoportable, pero otros remedios “heroicos” hoy desacreditados (como las cauterizaciones, los sangrados y la aplicación de sustancias cáusticas a la piel) se basaban en la creencia de que el dolor tenía propiedades curativas e implicaban que los médicos lo causaban deliberadamente.<br />
<br />
En el siglo XIX, el dolor empezó a ser visto como un fenómeno psicológico aislado y anormal. Tanto la muerte como el sufrimiento se medicalizaron cada vez más. Los médicos sustituyeron paulatinamente al clero y a la familia como asistentes de los moribundos. Al mismo tiempo, la palabra “eutanasia” adquirió un nuevo significado. Comenzó a aplicarse a este nuevo deber médico de asistir a los enfermos terminales… pero no a acelerar su muerte.<br />
<br />
Tras la revolución de la anestesia a mediados de siglo, y con la ayuda de innovaciones como la jeringuilla hipodérmica, los doctores empezaron a “tratar” a los agonizantes con calmantes, además de oraciones.<br />
<br />
En 1870, Samuel Williams, un empresario de Birmingham aficionado a la filosofía, propuso una forma más precisa de su nuevo tratamiento médico para los enfermos terminales. En un ensayo titulado Euthanasia, publicado por el Speculativa Club local, escribió: “En todos los casos de enfermedad terminal y dolorosa, debe reconocerse como deber del médico asistente, cuando así lo desee el paciente, la administración de cloroformo –u otro anestésico que en el futuro pueda sustituir al cloroformo– para suprimir la conciencia y poner a quien está sufriendo en disposición de una muerte rápida e indolora”.<br />
<br />
Williams encendió un debate que ha experimentado altibajos, pero nunca ha desaparecido. Pero ¿cómo es que esto ha llegado a parecer una buena forma de morir?<br />
<br />
<b>Cambiando el significado del dolor</b><br />
<br />
En 1901, el psicólogo y filósofo William James escribió sobre la “extraña transformación moral” que habían experimentado las actitudes ante el dolor: “No se espera de un hombre que deba padecerlo ni causarlo, y escuchar el relato de los casos en que sucede hace que nuestra carne se estremezca moral y físicamente. La forma en la que nuestros antepasados miraban el dolor, cual perenne ingrediente del orden del mundo, y lo causaban y lo sufrían como una parte rutinaria de su trabajo diario, nos llena de asombro”.<br />
<br />
La historiadora Stephanie Snow observa que a medida que fueron estando disponibles, durante el siglo XIX, los anestésicos y otros métodos de alivio del dolor, la gente empezó a ver el dolor –a experimentarlo, pero también a verlo– como algo cada vez más dañino y desmoralizante.<br />
<br />
Una nueva generación de victorianos acomodados que consideraban la anestesia como algo habitual ya no podían soportar el sufrimiento físico. El dolor era ahora algo que no solo debía ser eliminado sino repudiado como cruel, inusual y degradante: “Una fuerza ajena que socava la auténtica humanidad del hombre”.<br />
<br />
La muerte y el sufrimiento se convirtieron en cosas de las cuales había que proteger a las personas, y en particular a los niños.<br />
<br />
<b>Una paradoja moderna</b><br />
<br />
Los métodos médicos orientados a eliminar el dolor del proceso de la muerte se desarrollaron a la vez que el miedo a morir, un miedo que durante siglos consistió en el horror al infierno posterior a la muerte [post mortem], comenzó a centrarse en el horror que podía precederla.<br />
<br />
Paradójicamente, ese miedo creció y ganó fuerza al tiempo que la mayor parte de la gente en las culturas occidentales evadía cada vez más de ese sufrimiento: a medida que la mortalidad caía y más personas morían en el hospital al cuidado de especialistas, y la capacidad de los médicos de controlar el dolor avanzaba en formas anteriormente inimaginables.<br />
<br />
Esta auténtica ansiedad moderna puede rastrearse históricamente desde la propuesta de Williams en 1870 hasta la ley de asistencia a los moribundos que será pronto debatida en el parlamento del estado de Victoria (Australia).<br />
<br />
A nuestros antepasados les asombraría.<br />
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Publicado en The Conversation.<br />
Caitlin Mahar es historiadora en la Swinburne University of Technology, en Melbourne (Australia). Traducción de Carmelo López-Arias.</div>
HIJOS DE LA SAGRADA FAMILIAhttp://www.blogger.com/profile/02801523088903507955noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-84231903387285400.post-82226801706971310392017-01-21T09:16:00.001-08:002017-01-21T09:17:53.908-08:00¿Se puede evangelizar desde la enfermedad? Esta es la respuesta de Mercedes y Cárol<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
Son muchos los que se preguntan qué sentido tiene el sufrimiento y huyen de él cuando llega la enfermedad. Pero cuando se ve desde el prisma de la fe todo cobra un sentido nuevo. Así lo han experimentado dos jóvenes catalanas, Mercedes Alsina y Cárol García, que pese a las graves enfermedades que han sufrido y por las cuales están en silla de ruedas son felices abrazándose a la cruz.<br />
<br />
Ambas darán su testimonio sobre cómo evangelizar desde la enfermedad el próximo domingo 29 de enero a las 18.30 en la Parroquia de Santa Ana de Barcelona (calle santa Ana, número 29) y serán presentadas por el propio arzobispo de Barcelona, Juan José Omella.<br />
<br />
<b>Le dieron una esperanza de vida de dos años</b><br />
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Mercedes Alsina, conocida en su familia como Memé, tiene 36 años y cuando apenas tenía dos años un virus la dejó tetrapléjica. Los médicos dijeron a su familia que nunca pasaría de los 15 años y sin embargo ha podido acabar una carrera universitaria y actualmente trabaja.<br />
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La fe que tanto ella como su familia profesan ha sido clave para poder salir adelante. En una entrevista, Memé afirmaba que “he crecido con ella desde pequeña y de mayor me ha ayudado a encontrar las respuestas. La más crucial, ‘¿por qué me haya tocado a mí?’, es la que da más ‘rabia’ porque no me gusta pensarlo así. La fe me ha hecho mirarlo de otro modo. Estar en una silla de ruedas no es una desgracia sino un llamamiento a ofrecer la cruz y aprender a llevarla”.<br />
<b><br /></b>
<b>"No concibo esto sin fe"</b><br />
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Sobre la cruz, esta joven tiene claro que “todos la tenemos, ya sea mental o física. Dios nos da los medios para ir tirando con alegría. La mía no es un castigo, es algo que se me pide. No puedo cambiarlo pero sí elegir entre llorar o superarlo. Tengo suerte de tener fe. No concibo esto sin fe, sin ella no tiene sentido. Si fuera un boleto de lotería que me hubiera tocado, me daría rabia. Dios te quiere mucho, no te envía una cosa mala. Dios nos da libertad y está al lado de los que sufren. Jesús nos da la alegría necesaria para que te apoyes en él y sigas adelante”.<br />
<br />
Y aunque necesita ayuda para levantarse, vestirse o incluso para leer un libro, Mercedes considera que “lamentarse no sirve de nada. Hay que disfrutar más y dedicar menos tiempo a lamentarse. Antes de quejarme pienso si tengo razón y si consigo algo”.<br />
<br />
<b>Detras de la eutanasia, "egoísmo y miedo"</b><br />
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Por ello, cuando se le pregunta por la eutanasia afirma que “a menudo se esconde la actitud egoísta de la familia que no quiere sufrir más. Se manipula al enfermo y su voluntad. Yo digo, quién eres tú para matar a alguien. Quien no es digno eres tú. Detrás de la eutanasia hay mucho egoísmo y miedo. Se intenta vender el lado positivo de la eutanasia en lugar de defender la vida: la fuerza y la dignidad de la persona”.<br />
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<b>De misionera en África a evangelizar desde la enfermedad</b><br />
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El otro testimonio que se podrá escuchar es el de Cárol García Murillo. Esta joven era misionera en África y ya había recibido en Uganda la cruz de Postulante-Novicia de las Misioneras de Nuestra Señora de África pero una grave enfermedad la dejó en silla de ruedas y tuvo que dejar la congregación. Ahora es miembro asociada de esta orden.<br />
<br />
“Deseaba ‘comerme el mundo’ y es una enfermedad la que ‘me está comiendo’ a mí…Es la salud, pero no mi fe, la que se ha vuelto frágil”, afirma Cárol, que ahora ve claro que su misión es otra.<br />
<br />
La enfermedad le ha abierto puertas para conocerse a sí misma: “¡Qué oportunidad para entender tantísimas cosas…, para experimentar como nunca la humildad y la auténtica pobreza!”.<br />
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<b>La oración y la ternura de Dios confirman diariamente su misión</b><br />
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El día que recibió la cruz de las Hermanas Blancas para ser miembro asociado, Cárol contaba que “no ha sido fácil descubrir que Dios tenía otros planes para mí; pero el silencio, la oración y su ternura me confirman diariamente que me entregué a Él por amor; y cuando el amor es el fundamento principal de cualquier decisión, a nada hay que temer…pues nada puede detenernos para saber disfrutar de todo aquello que el Señor nos ofrece a lo largo del camino de la vida”.<br />
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Ahora su compromiso, tal y como ella relata, “da un sentido espiritual a mi nueva misión, mi enfermedad; una misión que nunca hubiese imaginado, pero es la que ahora me han confiado”.<br />
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Ahora, Cárol García dice que “desde mi nueva situación espero aprender a estar abierta a las necesidades de los demás; a continuar ofreciendo mi disponibilidad para todo aquello que esté a mi alcance…Quiero estar atenta a mi alrededor para escuchar y entender ‘el grito’ de los que sufren en silencio”.<br />
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Fuente: <a href="http://religionenlibertad.com/">religionenlibertad.com</a></div>
HIJOS DE LA SAGRADA FAMILIAhttp://www.blogger.com/profile/02801523088903507955noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-84231903387285400.post-22302301457758192362016-04-22T10:42:00.001-07:002016-04-22T10:42:19.066-07:00«De la angustia a la serenidad», del oncólogo José Luis Guinot<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://1.bp.blogspot.com/-dN7FNF9_uCU/VxphItZVVQI/AAAAAAAANME/PojugyhMIXomxFYp0-7khtjXdQpllPd-QCLcB/s1600/DE%2BLA%2BANGUSTIA%2BA%2BLA%2BSERENIDAD.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://1.bp.blogspot.com/-dN7FNF9_uCU/VxphItZVVQI/AAAAAAAANME/PojugyhMIXomxFYp0-7khtjXdQpllPd-QCLcB/s320/DE%2BLA%2BANGUSTIA%2BA%2BLA%2BSERENIDAD.jpg" width="208" /></a></div>
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¿Cómo acompañar al enfermo de cáncer y vencer la angustia? Entendiendo que la vida es un camino...<br />
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Ante la enfermedad grave es posible vencer el miedo y vivirla con serenidad con la escala de valores correcta. Una cosa es el cáncer, y notar la posibilidad cercana de la muerte. Y otra cosa es la angustia.<br />
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La muerte siempre estará en este mundo. El cáncer, en sus distintas variantes, mata aún a casi la mitad de sus enfermos. Pero la angustia ante la enfermedad y la muerte se puede vencer y transformar en serenidad y paz, con humanidad, acompañamiento y sentido de vida.<br />
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Esa es la experiencia de 30 años del médico oncólogo José Luis Guinot. Más allá de su trabajo con radioterapia en la Fundación Instituto Valenciano de Oncología (IVO), como vicepresidente de la Asociación Viktor E. Frankl de Valencia ha estudiado con otros compañeros la vivencia del dolor, el duelo y el acompañamiento humano y emocional ante la enfermedad y la muerte.<br />
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A menudo comparte sus hallazgos con compañeros y actividades de la <i><a href="http://www.focolare.org/es/movimento-dei-focolari/un-popolo/umanita-nuova/">Asociación Humanidad Nueva</a></i>, ligada al movimiento de los <i><a href="http://www.focolare.org/es">Focolares</a></i>. Ahora lo hace también con el libro De la angustia a la serenidad: Acompañando al paciente con cáncer (Editorial Ciudad Nueva). Es un libro que, asegura, ayudará tanto a los enfermos como a los familiares y a quienes los acompañan.<br />
<b><br /></b>
<b>Lograr la aceptación y la paz interior</b><br />
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Incluso en los casos en los que se constata que la muerte está cerca y es ya inevitable, Guinot señala que la angustia o depresión puede evolucionar a un estado de "aceptación y paz interior", en el que a la persona le basta estar acompañada y atendida para vivir en equilibrio sereno.<br />
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Los que trabajan durante años con enfermos de cáncer aprenden, dice el oncólogo, "que aquí no estás para siempre y que algún día seré yo o un familiar mío el que estará en esa cama, como ya ha ocurrido, y que la vida no puede estar apoyada en cosas banales".<br />
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<b>Una vida mejor aprovechada</b><br />
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Eso ayuda a vivir mejor, con más intensidad, más en serio, con más sabiduría. "Le das más importancia a la vida y cambias la escala de valores. Aprendes que no tenemos un día que perder. Vives como si éste fuera el último día y, al mismo tiempo, con la misma ilusión que si tuviéramos toda la vida por delante. Con los enfermos aprendes que, mientras existe una pequeña esperanza, hay que aferrarse a ella. Hay que mantener y transmitir esa esperanza a la gente que tienes alrededor".<br />
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La esperanza y la alegría aportan a menudo a los enfermos, incluso a los terminales, un "tiempo extra" que es valiosísimo aunque pueda ser corto: es un tiempo de calidad, muy importante. "Tal vez es el tiempo más importante de la vida, porque será el tiempo en que te vas a despedir, a pedir o recibir perdón, a arreglar las cosas… Ésa es una de las ventajas del cáncer frente a una muerte súbita o un accidente: te deja algo de tiempo para acabar ciertas cosas", declaraba el médico hace un tiempo al reflexionar sobre el acompañamiento en estos momentos.<br />
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<b>¿En qué basamos nuestra vida?</b><br />
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Al final, la pregunta por la enfermedad y la muerte conduce a una pregunta más práctica: ¿Cómo debemos vivir, en qué basamos nuestra vida? "Si la apoyamos en nuestro bienestar físico, antes o después fallará. Si la apoyamos en una única persona, cuando ésta desaparezca se nos caerá el mundo encima. Si la apoyamos en el trabajo, llegará la jubilación. Por eso, la mejor forma de vivir y llegar al final sin lamentarnos de haber querido vivir de otra forma, es precisamente no estar apoyado o ligado a muchas cosas. Disfrutar de ellas, pero sin estar ligados". Eso requiere una libertad de lo material que suele implicar un crecimiento en lo espiritual.<br />
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<b>Acompañar implica respetar al ser humano</b><br />
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En el prólogo, la psicóloga Pilar Barreto Martín, otra experta en duelo y acompañamiento en la cercanía de la muerte, destaca que el trabajo de Guinot y los profesionales que exploran esta frontera es meritorio porque "supone poder mirar hacia el propio interior, experimentar la vivencia de la mirada del enfermo, conjugarla con las experiencias que escucha de los pacientes y familiares, a los que atiende y apoya en su día a día profesional. Entiendo que este ejercicio solo puede hacerse desde la madurez y la sabiduría que el respeto profundo por el ser humano confiere".<br />
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El libro expone algunos recursos cognitivos y emocionales que puedan ayudar a enfermos y seres queridos a adptarse a la cercanía de la muerte y las limitaciones de la enfermedad. Anima a establecer objetivos a corto plazo, a reflexionar sobre los propios valores, a buscar más apoyos...<br />
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Al final, como destaca Pilar Barreto, la fuerza para afrontar el reto viene de entender la vida «como un camino con sentido»: transmitir eso es lo que ayuda a las personas. El libro lo consigue con su lectura ágil y clara. Es un libro que acompaña, pero también crea acompañantes. Y acompañar es la gran respuesta humana ante el reto de la enfermedad y la muerte.<br />
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<i>Fuente: religionenlibertad.com</i></div>
HIJOS DE LA SAGRADA FAMILIAhttp://www.blogger.com/profile/02801523088903507955noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-84231903387285400.post-51018764938823814552016-02-21T06:08:00.001-08:002016-02-21T06:08:04.238-08:00“Los sacerdotes no podrían dar la Unción de enfermos a quienes soliciten la eutanasia”, obispo de Ottawa, Canadá.<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
El Arzobispo de Ottawa, Canadá, Mons. Terrence Prendergast, realizó una advertencia a los católicos que pudieran pedir el «suicidio asistido» de acuerdo con la nueva legislación canadiense: una persona que pide que se ponga fin a su vida «carece de la adecuada disposición para la Unción de los Enfermos», por cuanto no contarían con los auxilios de la Iglesia para una buena muerte. El prelado recordó que el suicidio es un pecado grave.<br />
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El Arzobispo de Ottawa, Canadá, Mons. Terrence Prendergast, realizó una advertencia a los católicos que podrían llegar a considerar solicitar el suicidio asistido de acuerdo con la nueva legislación canadiense: una persona que pide que se ponga fin a su vida «carece de la adecuada disposición para la Unción de los Enfermos», por cuanto no contarían con los auxilios de la Iglesia para una buena muerte. El prelado recordó que el suicidio es un pecado grave y que los sacerdotes no podrían cooperar o acompañar este procedimiento.<br />
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El Sacramento de la Unción de los Enfermos requiere una preparación espiritual y no puede perdonar pecados que están por cometerse como sería el caso del suicidio asistido. «Pedir que su sacerdote esté presente en algo que está en directa contradicción con nuestros valores católicos no es justo con el pastor», afirmó el Arzobispo, según informó The Catholic Register.<br />
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«Por supuesto que un párroco intentará disuadir a un paciente de solicitar el suicidio y orará por él y su familia, pero pedirle que esté presente es en efecto pedirle que condone un pecado serio».<br />
Además, el sacramento de la Unción de Enfermos exige, como los demás sacramentos, una preparación espiritual que no está presente en quien busca el suicidio. «Pedir ser asesinado es gravemente desordenado y es un rechazo a la esperanza que el rito pide y busca traer en medio de la situación». Los Obispos de Alberta ya habían aclarado la inmoralidad de la práctica y el hecho de que ningún católico –no sólo los sacerdotes– puede cooperar en forma alguna con el procedimiento.<br />
<br />
«El rito es para las personas que están gravemente enfermas o que luchan bajo el peso de los años y contiene el perdón de los pecados como parte del rito», agregó Mons. Prendergast. «Pero no podemos ser perdonados con anticipación por algo que vamos a hacer, como pedir el suicidio asistido cuando el suicidio es un pecado grave».<br />
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<b>También otros obispos de Canadá</b><br />
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El Arzobispo de Montreal, Mons. Christian Lépine, anticipó que la legislación plantea desafíos especiales a los capellanes de los hospitales. «Cuando alguien pide la presencia de un sacerdote, cualquiera que sea la situación, uno dice siempre que sí», pero comparó la situación con la persona que encuentra a alguien a punto de saltar de un puente y debe hacer todo lo posible por evitar que salte: «Es lo mismo con los enfermos terminales». El enfoque de la visita del sacerdote sería entonces la promoción «del carácter sagrado de la vida desde la concepción hasta la muerte natural».<br />
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Con información de <i>The Catholic Register</i>. </div>
HIJOS DE LA SAGRADA FAMILIAhttp://www.blogger.com/profile/02801523088903507955noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-84231903387285400.post-37198215054381359322015-05-01T16:59:00.002-07:002015-05-01T16:59:29.837-07:00Los enfermos en la pastoral parroquial, por el P. Javier Sánchez Martinez<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
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<a href="http://2.bp.blogspot.com/-tYgvGaNhd3Y/VUQS8cjHsPI/AAAAAAAAL18/38LGP6gI-iY/s1600/ANOINTING%2BOF%2BTHE%2BSICK%2B6.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://2.bp.blogspot.com/-tYgvGaNhd3Y/VUQS8cjHsPI/AAAAAAAAL18/38LGP6gI-iY/s1600/ANOINTING%2BOF%2BTHE%2BSICK%2B6.jpg" /></a></div>
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<i>"Estuve enfermo y me visitasteis".</i></div>
<br />
Siguiendo lo que vemos en Cristo y su palabra sobre acompañar a los enfermos, la Iglesia atendió a los enfermos, los consoló, los ayudó, incluso creó instituciones sanitarias y benéficas cuando nada de esto existía. ¡Hagamos memoria histórica de la caridad en la Iglesia!<br />
<br />
Los enfermos forman parte de la comunidad cristiana, son sus miembros dolientes, aunque estén en casa y no se puedan desplazar.<br />
<br />
Son realmente pobres, porque carecen de la salud. Una parroquia jamás los puede olvidar y uno de sus pilares en la acción pastoral es "la pastoral de enfermos".<br />
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<i>"Aquí podemos ver toda la importancia de la pastoral de los enfermos, cuyo valor es verdaderamente incalculable por el bien inmenso que hace, en primer lugar al enfermo y al sacerdote mismo, pero también a los familiares, a los conocidos, a la comunidad y, por caminos desconocidos y misteriosos, a toda la Iglesia y al mundo" (Benedicto XVI, Hom. en la XVIII Jornada Mundial del Enfermo, 11-febrero-2010).</i><br />
<br />
La pastoral de enfermos nace de la <i>cáritas (ágape)</i> cristiano. Es tarea difícil porque difícil es encontrarse ante el sufrimiento; es pesada, de domicilio en domicilio, escuchando casi lo mismo (el cuadro médico, las últimas dolencias, historias que se repiten sin acordarse que ya lo contaron)... Es tarea que pasa desapercibida y en nada luce: no es un proyecto misionero, ni una reunión de Cáritas, ni una convivencia juvenil, cosas éstas que parecen más "pastorales" y evangelizadoras. Más aún, quienes suelen tener más en la boca la palabra "pobres" y "opción por los pobres", normalmente desatienden estas realidades o no le dan la suficiente importancia porque la ven como "sacramentalismo".<br />
<br />
Sin embargo, la pastoral de enfermos surge por el dinamismo de la caridad cristiana y del mandato del Señor:<br />
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- acompañamos al enfermo en la soledad de la enfermedad<br />
- ofrecemos una Palabra divina que ilumine su situación<br />
- hacemos presente a la Iglesia con delicadeza<br />
- rezamos juntos<br />
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y esto ayuda al enfermo con una fe débil porque se vuelve a encontrar con el Señor o con una fe fuerte, en cuyo caso, le llevamos a Cristo y los beneficiarios somos nosotros mismos, que quedamos edificados por la fe y visión sobrenatural del enfermo; y esto ayuda a la familia, con una presencia serena de la Iglesia, que anima, y puede ser determinante para que la familia del enfermo sea evangelizada y vuelva a la Iglesia.<br />
<br />
La pastoral de los enfermos es, en sentido amplio, evangelizadora, aunque no se dirija a muchedumbres, sino a un enfermo y su ámbito familiar.<br />
<br />
Debemos cuidar mucho la pastoral de enfermos en las parroquias, dedicarle el tiempo necesario, la oración imprescindible para este ministerio de consolación.<br />
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<i>Fuente: religionenlibertad.com</i></div>
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Al repasar nuestra vida, lamentamos no habernos centrado más en las personas, y menos en las cosas, trabajos y apariencias<br />
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Bonnie Ware es una enfermera y escritora australiana que pasó varios años de su vida cuidando a enfermos terminales. Recientemente escribió un libro titulado <i>«El top cinco de las cosas que lamentan las personas en su lecho de muerte»</i>.<br />
<br />
Se trata de las memorias de su vida y cómo ésta fue transformada a través de los arrepentimientos de los enfermos terminales que cuidó.<br />
<br />
<i>«Durante muchos años he trabajado en cuidados paliativos. Mis pacientes eran los que habían ido a casa a morir. Algunos momentos increíblemente especiales fueron compartidos. Estuve con ellos durante los últimos tres a doce semanas de sus vidas»</i>, explica Bonnie Ware.<br />
<br />
<i>«La gente madura mucho cuando se enfrentan a su propia mortalidad. Aprendí a nunca subestimar la capacidad de una persona para crecer. Algunos cambios fueron fenomenales. Cada uno de ellos experimentó una variedad de emociones, como es de esperarse, la negación, el miedo, el enojo, remordimiento, más negación y finalmente la aceptación. Sin embargo, cada paciente encontró su paz antes de partir, cada uno de ellos»</i>, revela Bonnie Ware.<br />
<br />
Cuando se le preguntó acerca de los deseos y arrepentimientos que las personas tenían en el momento de su muerte, ella reveló en su blog los más comunes y los que más le impactaron:<br />
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<b>1. Ojalá hubiera tenido el coraje de vivir una vida fiel a mí mismo, no la vida que otros esperaban de mí</b><br />
<br />
Este fue el lamento más común de todos. Cuando las personas se dan cuenta de que su vida está a punto de terminar y miran hacia atrás con claridad, es fácil ver cuántos sueños no se han cumplido. La mayoría de la gente no había cumplido aún la mitad de sus sueños y tenía que morir sabiendo que era debido a las elecciones que habían hecho, o que no hicieron.<br />
<br />
<b>2. Ojalá no hubiera trabajado tan duro</b><br />
<br />
«Esto salió de cada paciente de sexo masculino que cuidé», relata la enfermera. Se perdieron la juventud de sus hijos y la compañía de su pareja. Las mujeres también hablaron de este pesar. Pero como la mayoría eran de una generación anterior, muchos de los pacientes de sexo femenino no habían sido el sostén económico de su familia. «Todos los hombres que cuidé lamentaron profundamente el haber gastado tanto sus vidas en una existencia de trabajo».<br />
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<b>3. Ojalá hubiera tenido el coraje para expresar mis sentimientos</b><br />
<br />
Muchas personas suprimieron sus sentimientos con el fin de mantener la paz con los demás. Como resultado, se conformaron con una existencia mediocre y nunca llegaron a ser lo que eran realmente capaces de llegar a ser. Muchas enfermedades se desarrollan como un resultado relacionado con la amargura y el resentimiento que cargan.<br />
<br />
<b>4. Me hubiera gustado haber estado en contacto con mis amigos</b><br />
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A menudo no se dan cuenta realmente de los beneficios de los viejos amigos hasta después de semanas de convalecencia, y no siempre fue posible localizarlos. Muchos de ellos habían llegado a estar tan atrapados en sus propias vidas que habían dejado que amistades de oro se desvanecieran por el paso de los años. Pese a los lamentos profundos acerca de no dar a las amistades el tiempo y el esfuerzo que se merecían.<br />
<br />
<b>5. Me hubiese gustado permitirme a mí mismo ser más feliz</b><br />
<br />
«Esta es una sorprendentemente común. Muchos no se dieron cuenta hasta el final, que la felicidad es una elección. Se habían quedado atrapados en patrones y hábitos antiguos. El miedo al cambio les había hecho vivir fingiendo a los demás, y a ellos mismos, que estaban contentos. Cuando muy adentro, anhelaban reír de verdad y tener esa alegría en su vida de nuevo».<br />
<br />
<i>Fuente: religionenlibertad.com</i></div>
HIJOS DE LA SAGRADA FAMILIAhttp://www.blogger.com/profile/02801523088903507955noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-84231903387285400.post-21317144241680190172015-02-26T14:02:00.001-08:002015-02-26T14:02:36.337-08:00Enfermo con 19 años, ha puesto a rezar a muchos: «Que por mi enfermedad la gente se acerque a Dios»<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<i>“Por cierto, que hoy llevo ya un mes viviendo en la Suite y el Resort este no está nada mal, pero habrá que dejarse de vacaciones y currar…”.</i><br />
<i><br /></i>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://3.bp.blogspot.com/-nXNn7GSBRcA/VO-X2qE9I2I/AAAAAAAALrc/6ANcoyQjMN4/s1600/enfermo_jorge_de_pie.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://3.bp.blogspot.com/-nXNn7GSBRcA/VO-X2qE9I2I/AAAAAAAALrc/6ANcoyQjMN4/s1600/enfermo_jorge_de_pie.jpg" height="320" width="294" /></a></div>
<i><br /></i>
Éste es uno de los tuits que Jorge Ribera escribió desde su habitación del hospital La Fe de Valencia tras su trasplante de médula. Un tuit que hace ver cómo es Jorge: un joven alegre y bromista.<br />
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Tiene 19 años y está en tratamiento de una leucemia linfoblástica aguda. Una enfermedad que se le diagnosticó en 2010 y de la que pensaba que estaba ya curado hasta que ha vuelto a aparecer. Tras la quimioterapia le han hecho un trasplante de médula que le ha donado su hermano. Después de la operación estuvo un mes aislado en el hospital y ahora se recupera en casa.<br />
<br />
Para Jorge su fe ha sido fundamental para afrontar esta situación. Cuando habla de Dios se nota que lo tiene cerca y que sabe que la oración tiene sus frutos. Es agregado del Opus Dei y participa en la actividades de la asociación juvenil Dardo. Allí es monitor los fines de semana con los niños, a los que ayuda en su formación cristiana.<br />
<br />
Tiene dos hermanos y este año iba a comenzar a cursar el doble grado de Educación Primaria y Pedagogía en la Universidad Católica de Valencia. Por ahora está haciendo solo la primera carrera y de forma online debido a la enfermedad.<br />
<br />
<b>- ¿Qué es lo primero que se te vino a la cabeza cuando supiste que estabas enfermo?</b><br />
- No recuerdo la sensación que tuve la primera vez, pero esta última tuve una sensación extraña porque después de cuatro años no esperaba que se volviese a producir. Al principio fue duro y no lo entendía pero enseguida caí en la cuenta de que me tocaba volver a luchar y seguir adelante. Sé que se pasa, así que toca luchar por última vez.<br />
<br />
<b>- ¿Cómo lo estás viviendo? ¿Qué es lo que más te ayuda?</b><br />
- Muy bien. Me ayuda a rezar más y cuando lo aceptas este tipo de cosas te hacen crecer y, sobre todo, te das cuenta de la cantidad de gente que se pone a rezar. Están atentos a cómo te va todo, sean creyentes o no, y eso es una pasada. La ayuda de mi familia y la enorme cantidad de amigos y gente que me quiere lo hace mucho más fácil.<br />
<br />
<b>- ¿Es posible mantener la fe ante la enfermedad? ¿Te ayuda estar en la Iglesia?</b><br />
- Por puesto que es posible. Si lo aceptas, rezas más y estás mucho más cerca de Dios. Y es que Dios no es un ente extraño que está ahí viendo lo que hacemos y ya. ¡Qué va! Dios es nuestro padre y cualquier padre se vería afectado si su hijo estuviera pasando por una situación como esta. Así que le pido ayuda y consuelo.<br />
<br />
<b>- ¿Cómo te ha ayudado la Iglesia?</b><br />
- Me he sentido muy ayudado por la Iglesia. Los sacerdotes han estado ahí para poder confesarme y comulgar y, además, me consta que religiosas y religiosos están rezando por mí. También amigos, conocidos e incluso gente que no conozco de nada pero que les ha llegado mi caso me mandan ánimos y me encomiendan.<br />
<br />
A través de Internet Jorge envía fotos y comentarios con humor desde su "resort", recibe ánimos y ora por otros enfermos<br />
<br />
<b>- ¿Por qué es importante la oración? ¿Has visto frutos en tu vida gracias a ella?</b><br />
- Es importante porque creo que va a repercutir en mi curación, sea como sea. No entiendo cómo funcionan las cosas ahí arriba, pero sí. Además me encantaría que por mi situación la gente se acercara a Dios y viese que no es algo horrendo como se pinta por la calle sino que es genial.<br />
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»He visto muchos frutos. Por ejemplo, durante todo el tratamiento todo ha ido bien. Al principio iban a ser tres ciclos de quimioterapia y al final se ha quedado en uno y no ha habido ninguna complicación seria, que suele haberlas. Además estoy viendo cómo mucha gente y amigos que hacía mucho que no practicaban nada están rezando o al menos han tenido un cambio en su vida. Y esto son solo unos ejemplos.<br />
<br />
<b>- ¿Cómo has vivido el estar aislado?</b><br />
- Pues depende de cómo estés físicamente. Si estás hecho polvo, como los primeros días, duermes casi todo el día y pasa rápido. Lo más duro es cuando ya te ves con fuerzas para poder irte pero aún no puedes. Esos días se te hacen más largos. Lo más importante es vivir día a día sin mirar a largo plazo los días que quedan. Cuando se pueda salir, saldrás, y cuando se tenga que acabar una complicación, se acabará. Lo más importante es luchar por pasar el momento en el que estás de la forma más alegre y digna posible.<br />
<br />
<b>- ¿Qué importancia adquiere la familia?</b><br />
- Es de vital importancia. Ellos son el apoyo más cercano y son súper necesarios cuando estás de bajón. Es duro verles sufrir contigo pero sabes que están dispuestos a lo que haga falta y que te quieren como a nada el mundo. Eso ayuda a seguir luchando a pesar de lo que venga.<br />
<br />
<b>- ¿Qué le dirías al joven que ve la Iglesia como algo antiguo y que no va con ellos?</b><br />
- El que dice eso es que no la conoce bien. No es un sitio donde los ancianos van los domingos a pasar el rato. Es mucho más que un sitio. Estar en la Iglesia no te encierra ni te esclaviza porque Dios nos ha dado la libertad. Puedes ser cristiano yéndote a tomar unas cañas con los amigos e incluso hablarles de Dios.<br />
<br />
<b>Tuits desde «el Resort»</b><br />
<br />
La historia de Jorge es difícil de resumir en 140 caracteres, los que ocupa un tuit. Sin embargo, ha sido esta red social la que él ha elegido para contar su día a día. Un amigo se lo propuso, así que tras la operación y desde su habitación del hospital La Fe, contó cómo evolucionó a lo largo del mes de aislamiento. Y todo con un gran sentido del humor, como se ve en el nombre escogido para su cuenta: <i>@SuiteDelResort</i>.<br />
<br />
La idea nació para que sus amigos y conocidos supieran cómo estaba sin necesidad de mandar un mensaje a cada uno. Pero poco a poco le fue siguiendo más gente de la que se esperaba: «Es genial y hay mucha gente que me apoya», cuenta. Además también le ha permitido conocer a otras personas que lo están pasando mal y así rezar unos por otros. Y es que como él indica <i>«no hemos de tener miedo a pedir ayuda, hay momentos que nos superan y para eso están los amigos y, sobre todo, Dios»</i>.<br />
<br />
¿Y el sentido del humor? Como él mismo indica es fundamental «para no ir al lado contrario». <i>«Es mucho más fácil para ti y para la gente que tienes a tu alrededor y, además, cuando esto pase es mejor que quede como una anécdota graciosa que como una triste»</i>, resume.<br />
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<i>Fuente: religionenlibertad.com</i></div>
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://2.bp.blogspot.com/-BhnyX99FlYQ/VNvs4QASQUI/AAAAAAAALl8/ZZSMvmdMadM/s1600/PAPA%2Bfrancisco%2Bcon%2Blos%2Benfermos.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://2.bp.blogspot.com/-BhnyX99FlYQ/VNvs4QASQUI/AAAAAAAALl8/ZZSMvmdMadM/s1600/PAPA%2Bfrancisco%2Bcon%2Blos%2Benfermos.jpg" height="179" width="320" /></a></div>
<br />
<i>“El tiempo que se pasa junto al enfermo es un tiempo santo”</i>, ha dicho el Papa Francisco en su mensaje para los enfermos y aquellas personas que los atienden.<br />
<br />
El 11 de febrero la Iglesia celebra la XXIII Jornada Mundial del Enfermo. En este año, esta jornada instituida por San Juan Pablo II tendrá el lema “Yo era los ojos del ciego, los pies del cojo” (Job 29,15). Con motivo de esta celebración, el Papa ha querido resaltar la gran mentira que se esconde tras la creencia de que aquellos que no disfrutan de una cierta “calidad de vida” y que sufren por la enfermedad, no poseen una vida digna de ser vivida.<br />
<br />
El Papa Francisco ha dirigido un mensaje especial en el día dedicado a los sufren a causa de la enfermedad. Un mensaje basado en la “sabiduría del corazón”, aquella que hace que los hombres puedan abrirse al sufrimiento de los demás en actitud de servicio. El hombre manifiesta su talla moral, asegura el Papa, “en el servicio al pobre que pide ayuda, así como también en el ocuparse del huérfano y de la viuda”.<br />
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Estos hombres justos que saben cuidar de los enfermos son para Francisco los profesionales y voluntarios del ámbito sanitario: médicos, enfermeros y tantas personas que dedican su tiempo y esfuerzo a aliviar el sufrimiento físico y muchas veces también espiritual. Sin embargo, aunque se trata de una tarea profundamente noble, el Papa reconoce que puede llegar a ser tediosa y difícil y por ello ha animado a los profesionales de la salud a que no olviden que “el tiempo que se pasa junto al enfermo es un tiempo santo”.<br />
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En su mensaje, el Santo Padre también ha recordado que los enfermos están “unidos a la carne de Cristo sufriente” y que en ellos se reconoce especialmente la imagen de Dios. Es por esta razón, por la que pasar tiempo al lado de un enfermo tiene un valor especial que los hombres hoy en día hemos olvidado “apremiados por la prisa, por el frenesí del hacer, del producir”. Nos hemos olvidado de la gratuidad y de lo que significa hacerse cargo del otro.<br />
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A continuación, el mensaje del Papa Francisco para la XXIII Jornada Mundial del Enfermo:<br />
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Queridos hermanos y hermanas:<br />
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Con ocasión de la XXIII Jornada Mundial de Enfermo, instituida por san Juan Pablo II, me dirijo a vosotros que lleváis el peso de la enfermedad y de diferentes modos estáis unidos a la carne de Cristo sufriente; así como también a vosotros, profesionales y voluntarios en el ámbito sanitario.<br />
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El tema de este año nos invita a meditar una expresión del Libro de Job: «Era yo los ojos del ciego y del cojo los pies» (29,15). Quisiera hacerlo en la perspectiva de la sapientia cordis, la sabiduría del corazón.<br />
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1. Esta sabiduría no es un conocimiento teórico, abstracto, fruto de razonamientos. Antes bien, como la describe Santiago en su Carta, es «pura, además pacífica, complaciente, dócil, llena de compasión y buenos frutos, imparcial, sin hipocresía» (3,17). Por tanto, es una actitud infundida por el Espíritu Santo en la mente y en el corazón de quien sabe abrirse al sufrimiento de los hermanos y reconoce en ellos la imagen de Dios. De manera que, hagamos nuestra la invocación del Salmo: «¡A contar nuestros días enséñanos / para que entre la sabiduría en nuestro corazón!» (Sal 90,12). En esta sapientia cordis, que es don de Dios, podemos resumir los frutos de la Jornada Mundial del Enfermo.<br />
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2. Sabiduría del corazón es servir al hermano. En el discurso de Job que contiene las palabras «Era yo los ojos del ciego y del cojo los pies», se pone en evidencia la dimensión de servicio a los necesitados de parte de este hombre justo, que goza de cierta autoridad y tiene un puesto de relieve entre los ancianos de la ciudad. Su talla moral se manifiesta en el servicio al pobre que pide ayuda, así como también en el ocuparse del huérfano y de la viuda (vv.12-13).<br />
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Cuántos cristianos dan testimonio también hoy, no con las palabras, sino con su vida radicada en una fe genuina, y son «ojos del ciego» y «del cojo los pies». Personas que están junto a los enfermos que tienen necesidad de una asistencia continuada, de una ayuda para lavarse, para vestirse, para alimentarse. Este servicio, especialmente cuando se prolonga en el tiempo, se puede volver fatigoso y pesado. Es relativamente fácil servir por algunos días, pero es difícil cuidar de una persona durante meses o incluso durante años, incluso cuando ella ya no es capaz de agradecer. Y, sin embargo, ¡qué gran camino de santificación es éste! En esos momentos se puede contar de modo particular con la cercanía del Señor, y se es también un apoyo especial para la misión de la Iglesia.<br />
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3. Sabiduría del corazón es estar con el hermano. El tiempo que se pasa junto al enfermo es un tiempo santo. Es alabanza a Dios, que nos conforma a la imagen de su Hijo, el cual «no ha venido para ser servido, sino para servir y a dar su vida como rescate por muchos» (Mt 20,28). Jesús mismo ha dicho: «Yo estoy en medio de vosotros como el que sirve» (Lc 22,27).<br />
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Pidamos con fe viva al Espíritu Santo que nos otorgue la gracia de comprender el valor del acompañamiento, con frecuencia silencioso, que nos lleva a dedicar tiempo a estas hermanas y a estos hermanos que, gracias a nuestra cercanía y a nuestro afecto, se sienten más amados y consolados. En cambio, qué gran mentira se esconde tras ciertas expresiones que insisten mucho en la «calidad de vida», para inducir a creer que las vidas gravemente afligidas por enfermedades no serían dignas de ser vividas.<br />
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4. Sabiduría del corazón es salir de sí hacia el hermano. A veces nuestro mundo olvida el valor especial del tiempo empleado junto a la cama del enfermo, porque estamos apremiados por la prisa, por el frenesí del hacer, del producir, y nos olvidamos de la dimensión de la gratuidad, del ocuparse, del hacerse cargo del otro. En el fondo, detrás de esta actitud hay frecuencia una fe tibia, que ha olvidado aquella palabra del Señor, que dice: «A mí me lo hicisteis» (Mt 25,40).<br />
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Por esto, quisiera recordar una vez más «la absoluta prioridad de la “salida de sí hacia el otro” como uno de los mandamientos principales que fundan toda norma moral y como el signo más claro para discernir acerca del camino de crecimiento espiritual como respuesta a la donación absolutamente gratuita de Dios» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 179). De la misma naturaleza misionera de la Iglesia brotan «la caridad efectiva con el prójimo, la compasión que comprende, asiste y promueve» (ibíd.).<br />
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5. Sabiduría del corazón es ser solidarios con el hermano sin juzgarlo. La caridad tiene necesidad de tiempo. Tiempo para curar a los enfermos y tiempo para visitarles. Tiempo para estar junto a ellos, como hicieron los amigos de Job: «Luego se sentaron en el suelo junto a él, durante siete días y siete noches. Y ninguno le dijo una palabra, porque veían que el dolor era muy grande» (Jb2,13). Pero los amigos de Job escondían dentro de sí un juicio negativo sobre él: pensaban que su desventura era el castigo de Dios por una culpa suya. La caridad verdadera, en cambio, es participación que no juzga, que no pretende convertir al otro; es libre de aquella falsa humildad que en el fondo busca la aprobación y se complace del bien hecho.<br />
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La experiencia de Job encuentra su respuesta auténtica sólo en la Cruz de Jesús, acto supremo de solidaridad de Dios con nosotros, totalmente gratuito, totalmente misericordioso. Y esta respuesta de amor al drama del dolor humano, especialmente del dolor inocente, permanece para siempre impregnada en el cuerpo de Cristo resucitado, en sus llagas gloriosas, que son escándalo para la fe pero también son verificación de la fe (Cf. Homilía con ocasión de la canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II, 27 de abril de 2014).<br />
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También cuando la enfermedad, la soledad y la incapacidad predominan sobre nuestra vida de donación, la experiencia del dolor puede ser lugar privilegiado de la transmisión de la gracia y fuente para lograr y reforzar la sapientia cordis. Se comprende así cómo Job, al final de su experiencia, dirigiéndose a Dios puede afirmar: «Yo te conocía sólo de oídas, mas ahora te han visto mis ojos» (42,5). De igual modo, las personas sumidas en el misterio del sufrimiento y del dolor, acogido en la fe, pueden volverse testigos vivientes de una fe que permite habitar el mismo sufrimiento, aunque con su inteligencia el hombre no sea capaz de comprenderlo hasta el fondo.<br />
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6. Confío esta Jornada Mundial del Enfermo a la protección materna de María, que ha acogido en su seno y ha generado la Sabiduría encarnada, Jesucristo, nuestro Señor.<br />
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Oh María, Sede de la Sabiduría, intercede, como Madre nuestra por todos los enfermos y los que se ocupan de ellos. Haz que en el servicio al prójimo que sufre y a través de la misma experiencia del dolor, podamos acoger y hacer crecer en nosotros la verdadera sabiduría del corazón.<br />
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Acompaño esta súplica por todos vosotros con la Bendición Apostólica.<br />
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<i>Fuente: infovaticana.com</i></div>
HIJOS DE LA SAGRADA FAMILIAhttp://www.blogger.com/profile/02801523088903507955noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-84231903387285400.post-75777988030672182392014-11-24T13:43:00.004-08:002014-11-24T13:43:55.111-08:00Murió con 20 años y su funeral fue una fiesta. A lo largo de su enfermedad, pasó pruebas de fe, creció en todos el amor a Dios y los signos de la cercanía divina, por Victoria Serrano Blanes<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
No se entiende la vida sin la muerte. Aunque esta posea un aguijón afilado, tenerla presente impide estrellarnos por sorpresa ante el final de nuestros días, porque nos enseña a apreciarlos como agua que se escapa entre los dedos.<br />
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La muerte no es una noche tenebrosa donde cae el telón y el ser se diluye en la nada; es un traspasar la puerta para gozar del encuentro glorioso con el Padre.<br />
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Luis y Ana son los padres de Miguel, un joven de veinte años fallecido hace unos meses tras una larga enfermedad. No viven hundidos por la sinrazón de una vida tempranamente desgajada; saben que Miguel, fiel a la cruz de Cristo, ya ha llegado a la meta y ocupa la morada que Dios ha dispuesto eternamente para él.<br />
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El tiempo pasa y nosotros también, pero como decía San Bernardo, si dulce es el Señor para los que le buscan, ¡cómo será para los que le encuentran!<br />
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<b>-¿Cómo conocisteis el amor de Dios en vuestra vida?</b><br />
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<b><i>- Luis:</i></b> A los dieciséis años no encontraba el sentido a mi vida. Recuerdo estar tirado en la cama y decirme mi madre: “Luis, haz algo”, “¿Para qué?”, le contestaba yo; “Estudia”, “¿Para qué?”; “Para tener una carrera”, “¿Para qué?”; “Para tener un trabajo”, “¿Para qué?”; “Para casarte”. “¿Para qué?”; “Para tener hijos”, “¿Para qué?”… Mi madre no tenía más respuestas y no hacía más que llorar a los pies de mi cama. Un día se murió la mujer de un amigo de casa y fuimos al entierro. Tuve un choque inmenso cuando vi que estaba sonriendo. Pensé: “O está loco y vive fuera de la realidad, o tiene algo que yo no tengo”. En una ocasión este amigo me enumeró uno por uno todos mis pecados. “Tienes toda la razón pero no puedo hacer otra cosa”, le dije. Entonces, lejos de soltarme un rollo moral, abrió la Biblia por el pasaje de la Anunciación. En ese momento sentí que Jesucristo estaba vivo y me hablaba directamente.<br />
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<i><b>-Ana:</b></i> Yo, muy gradualmente, porque el Señor ha tenido mucha paciencia conmigo. Había visto algún destello del amor de Dios pero no le conocía de cerca. Sin embargo, por un problema congénito en la vista me avisaron de que un embarazo más me llevaría a la ceguera, con lo que suspendimos las relaciones matrimoniales. Durante tres años vivimos con un sufrimiento terrible y yo lloraba día y noche pensando que no vería crecer a mis cuatro hijos. Pero por un signo de obediencia a la Iglesia nos abrimos de nuevo a la vida y me quedé embarazada. En cuanto lo supe se me pasó el miedo y viví un embarazo muy alegre. Sin embargo, cuando nació el niño estaba muerto. Ahí tuve un diálogo cara a cara con el Señor. Entendí que solo Él es el dueño de la vida y de la muerte, y volví a ser una mujer libre. Después he tenido seis embarazos más y, aunque no puedo conducir y me muevo con dificultad por la calle, llevo una vida relativamente normal. Realmente Dios está vivo y puede salvarnos de nuestras angustias. Con la enfermedad y muerte de Miguel, el paso del Señor ha sido impresionante.<br />
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<b>-¿Cómo era Miguel?</b><br />
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<b><i>- Ana:</i></b> Era un chico absolutamente normal; con mucha vitalidad y energía, con ilusiones, deseos y pecados, buen estudiante, pero con una vida muy condicionada por la enfermedad. Quiero que esta entrevista sea un canto de acción de gracias a Dios porque Miguel no ha hecho nada fuera de lo normal. Su peculiaridad es que ha entregado su voluntad al Señor hasta el final. ¡Se ha dejado llevar por Él!<br />
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<b>-¿De qué ha estado enfermo?</b><br />
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<b><i>- Ana:</i></b> Siempre ha tenido una salud muy delicada. Con pocos meses empezó a sufrir fuertes crisis asmáticas; a los tres años le extirparon medio estómago y le hicieron un píloro nuevo; a los cinco años le detectaron la Enfermedad de Perthes, que le afectaba la cadera; finalmente, a los quince años le diagnosticaron un “osteosarcoma” o cáncer de huesos.<br />
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<b>-¿Era consciente de la gravedad de su enfermedad?</b><br />
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<b><i>-Ana:</i></b> Sí. Cuando le diagnosticaron el cáncer nos quedamos absolutamente noqueados. Era como si el cielo se hubiera nublado de repente. Ese día, cuando volvió del colegio y vio al párroco en casa nos dijo: “¡Uy, no me digáis más! ¡Lo mío es un tumor!”. “Pues sí, hijo, tienes un tumor maligno”. Lo único que dijo es: “¿Cuándo empezamos?”. “Mañana”, le contesté. Nos pidió que nunca le engañáramos sobre su estado de salud. Le pusieron una prótesis desde más arriba de la rodilla hasta el pie y tuvo que aprender a caminar. Con la quimioterapia llegó a tener hasta treinta vómitos diarios y ahí le surgieron preguntas: “¿Por qué a mí, si tengo quince años y todavía no me ha dado tiempo a hacer el bien ni el mal?”. Tuvimos que recurrir a la fe porque no hay contestación para esto. Comenzó a tener muy presente a Dios y a su propia muerte. “¿Pero Dios es bueno a pesar de esto?”. “Sí, hijo mío, Dios siempre es bueno”, le respondíamos.<br />
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<b>-¿Pudo recuperarse?</b><br />
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<b><i>-Ana:</i></b> Sí, la prótesis no le impedía hacer vida normal. Sin embargo, meses después, en una revisión rutinaria le encontraron unos puntitos en el pulmón. De nuevo debía comenzar con otra operación y quimioterapia. En ese tiempo y hasta el final, Dios le regaló una novia maravillosa: Clara. Un día me dijo: “Mamá, ¡qué fácil me era morirme con quince años!, simplemente volar al cielo y ya. Pero ahora tengo a Clara, mis estudios… ¡Tantas ilusiones sobre mi vida!”.<br />
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<b>-¿Cómo os tomasteis este mal pronóstico?</b><br />
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<b><i>-Ana:</i></b> Yo no podía aceptar que mi hijo se muriera. Saber que la vida de Miguel se acababa y que ese amor de ellos se truncaba me partía el alma. En la capilla del hospital, lloraba y lloraba abrazada a una imagen de Cristo: “Señor, sé que Miguel se va a morir. ¡Ayúdame! ¡Dame el poder de aceptarlo!”. Después de la operación del pulmón el tumor se reprodujo en dos vértebras, que al ejercer presión sobre los nervios le provocaba unos dolores insoportables. Los médicos le dijeron: “Miguel, te queda muy poco de vida”. Al oír esto, Miguel, Clara, Luis y yo nos pusimos a llorar durante un buen rato, hasta que dije: “¡Basta! Vamos a ver qué nos dice Dios”, y abrimos la Biblia al azar. A partir de ahí la presencia de Dios comenzó a ser descarada. Hasta entonces parecía que el carácter entusiasta y alegre de Miguel podía con todo, pero aquí Dios empezó a decir “aquí estoy”.<br />
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<b>-¿Qué se decía en la lectura?</b><br />
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<b><i>-Ana:</i></b> Era del Libro de Joel 2,21-27: “Tierra, no temas; alégrate y gózate, porque Dios hará grandes cosas. (…) Y os restituiré de los años que comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta…”. Y yo,que iba leyendo, añadí: “y de los tumores de la espalda, de la cadera, de la columna, de la pierna te recompensaré”, y seguí con la lectura: “Comeréis hasta saciaros, y alabaréis el nombre de Yahveh vuestro Dios, el cual hizo maravillas con vosotros”. Comenzamos a llorar de agradecimiento porque sabíamos que Dios estaba con nosotros. Esta lectura nos ha sostenido durante todo este tiempo, e incluso Miguel, que dejó preparado su funeral, la incluyó. Esa misma tarde recibió la Unción de los enfermos y a la mañana siguiente le insertaron en la columna una barra y ocho clavos. Más adelante decía: “Cómo me duelen los clavos”. Yo bromeaba: “Hijo mío, ya no te queda casi nada para ser como nuestro Señor. ¡Hasta te duelen los clavos como a Él!”.<br />
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<b>-¿Cómo combatía Miguel la fe?</b><br />
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<b><i>-Ana:</i></b> El combate no ha sido fácil en estos últimos meses: ha tenido unos dolores espantosos, apenas podía hablar ni ingerir alimento, tampoco podía dormir. Me decía: “Di en la parroquia que recen por mí porque yo no puedo más”. Muchas noches nos pasábamos hasta las tres de la madrugada recitándole los salmos. “Mamá, sigue”, me decía si paraba. Una noche de terribles dolores tuvo grandes tentaciones contra la fe. “¿Para qué te me has mostrado si ahora te escondes? ¡Tantas noches Jesucristo estaba conmigo y ahora estoy solo!”, gritaba. Empecé a recitarle el Cántico espiritual de San Juan de la Cruz y se lo fui aplicando a su vida: “¿Adónde te escondiste, Amado, y me dejaste con gemido? Como el ciervo huiste, habiéndome herido; salí tras ti clamando, y eras ido…”. Fue un bálsamo para él. En otra ocasión también tuvo una noche oscura. “¡No puedo más! Este Dios no es bueno. Me habéis engañado toda la vida”, y empezó a blasfemar. Tenía los ojos vidriosos. Luis cogió el crucifijo y se lo puso en los labios, pero él lo apartó. Tomó el relevo nuestro hijo Marcos, el seminarista, quien le hablaba de Dios y de su misericordia, pero Miguel todo lo refutaba. Seguí yo, y también lo rebatía. Hasta que, no sé por qué razón, empecé a recitarle la secuencia al Espíritu Santo: “Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo (…) Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo (…) riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo…”, entonces se fue frenando. Empecé a recordarle que Jesús estuvo en Getsemaní y que afrontó la Pasión.. “Jesucristo sabía que iba a sufrir, pero Dios le mandó un ángel para que le consolará; a ti también te lo va a mandar para que te reconforte”. De repente, se abrió la puerta de la habitación del hospital y entró un sacerdote que no conocíamos y se puso de rodillas delante de Miguel a rezar. “Padre —empezó a decir en voz alta— tú me has mandado en Laudes que venga a visitar a Miguel Rivas”. ¡Yo casi me desmayo! Rezó durante unos minutos más y se despidió diciéndonos que a las tres de la tarde volvería para celebrar con nosotros una eucaristía. Efectivamente, volvió, celebramos y no le hemos vuelto a ver. Realmente el demonio fue expulsado con la presencia de Jesús Sacramentado. Ya nunca más se rebeló Miguel, y a partir de entonces entró confiado en la “pasión”.<br />
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<b>-¿Cómo vivía él su muerte cercana?</b><br />
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<b><i>-Ana:</i></b> Con mucha naturalidad y totalmente a la espera. “De Dios salí y a Dios vuelvo” era su lema. El Sábado Santo se empeñó en acudir a la parroquia para la Vigilia Pascual. “Hijo, vas a coger frío”, le dije yo. “¡Qué más da si me voy a morir!”. Otro día me dijo: “¿Tengo dónde caerme muerto?”. “No, pero ya lo tendrás”. Una vez escuchó en el evangelio del día que Jesucristo decía: “He terminado mi obra y vuelvo al Padre”. Y nos dijo: “Algo me falta por hacer o que Dios haga a través de mí para vosotros, porque si no ya estaría muerto”. Su último ruego insistente era que su funeral se celebrara como una fiesta. La locura máxima es que las mujeres de la familia nos fuimos de compras y estrenamos ropa en su funeral, como era su deseo.<br />
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<b>-¿Cómo es posible ver a un hijo sufrir de esa manera sin desesperarse?</b><br />
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<b><i>-Ana:</i></b> Sin la gracia de Dios es imposible soportar la enfermedad y muerte de un hijo. Después del último TAC la oncóloga le dijo: “Miguel, estás fatal. No vamos a luchar más. Te mandamos a casa”. A él se le iluminó la cara y sonrió. Antes de marcharnos fue a la habitación de un sacerdote amigo al que también le habían operado. “¿Qué te han dicho?”, le preguntó al verle. “Que ya me voy con el Padre”. El sacerdote nos dijo: “Dios me ha pedido que os sostenga en estos momentos tan duros. Voy a ir todos los días a vuestra casa a celebrar la eucaristía”. Y así fue, como al principio él no podía, venía otro sacerdote, pero estuvimos toda la Cuaresma y el Tiempo Pascual celebrando diariamente la eucaristía en casa. ¡Ha sido un ascenso al cielo impresionante! Nuestro miedo era de qué modo moriría, pues veíamos cada día su deterioro. Un día antes de morir recibió de nuevo la Unción de enfermos con la indulgencia plenaria. ¡Nunca me imaginé que pudiera despedirme de un hijo! Me acerqué a él y le dije: “Cuando te duermas no sabemos si vas a despertarte. Oirás una voz: ‘Miguel, Miguel’, igual que un chico de tu edad oyó ‘Samuel, Samuel’. Levántate y vete corriendo hacia Él porque es Dios que ya te llama al cielo. ¡No te me rajes cuando oigas esta voz!”. Él me sonrió y me dijo: “Mamá, ¿cómo me voy a rajar si lo estoy deseando?”. Nos despedimos todos y se durmió. Horas después, cuando estábamos celebrando la eucaristía, tres minutos antes de la Comunión abrió los ojos y me preguntó: “¿Por dónde vais?”. “Vamos a comulgar”, le dije. “Yo también quiero”. Al cabo de unas horas se acostó y ya no se levantó más. Hizo dos respiraciones y murió.<br />
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<b>-En nuestra sociedad hablar de la muerte es un tabú pero, por otro lado, la violencia está muy presente. ¿A qué se debe esta contradicción?</b><br />
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<b><i>- Ana:</i></b> En el hospital no dicen cáncer sino enfermedad, ni quimioterapia sino tratamiento. Al enfermo se le cuenta con mucha dificultad lo que realmente tiene. Es una paradoja que se tenga tan presente la muerte y al mismo tiempo no se quiera hablar de ella. La muerte tiene una puerta muy fea, pero una vez traspasada es muy bonita. La gente se queda en la fealdad de la muerte como morbo, y no se atreven a cruzarla. Desconocen la belleza que hay detrás.<br />
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<b>-¿La vida se aprecia mucho más cuando se acepta la muerte?</b><br />
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<b><i>-Ana:</i></b> Muchísimo más. ¡Se vive más intensamente! Después de más de un año y medio en el hospital, Miguel me dijo: “Mamá, he aprendido a vivir porque ahora un poco de aire en la cara, un rayo de sol, ver los árboles…, ¡tiene tanto valor!”. Decía unas veinte veces al día “te quiero”, se volvió más familiar si cabe, nos ha “obligado” a ser una piña porque todo se celebraba en familia. Ahí empezaron las “juergas familiares”. El más feliz de la casa, sin duda, ha sido Miguel. ¡Disfrutaba con cualquier cosa!<br />
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<b>-¿Qué se aprende al transitar por el camino del dolor?</b><br />
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- El sufrimiento es un maestro. Miguel no era especial, es que ha sufrido mientras ha vivido y eso le ha llevado a una unión íntima con el Señor. En mi caso, el dolor me ha despertado una sensibilidad especial hacia el que sufre y a desear ayudarle. No creo que nadie que sufra, aceptando ese dolor, sea indiferente al sufrimiento ajeno. Cada día de la enfermedad de Miguel me ayudaba a apreciar la vida de mis otros siete hijos.<br />
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<b>- ¿Cuesta a veces descifrar la voluntad de Dios?</b><br />
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<b><i>- Ana:</i></b> Primero cuesta descifrarla y, luego, aceptarla. Nosotros no somos dos santos que hemos enterrado a un santo. El Señor nos ha dejado un aguijón de Satanás, como a San Pablo, para que no nos hagamos soberbios.<br />
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<b>-¿Dios se ha equivocado con Miguel?</b><br />
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<b><i>-Ana:</i></b> Absolutamente no. No es un fanatismo loco; hemos sufrido tanto que se nos desgarraba el alma pero a la vez nos sentíamos reconfortados por la esperanza en la resurrección. Cristo es próximo y amoroso, pero no en blandengue, permite las pruebas. Una noche le dije al Señor: “¡Tienes a tu hijo de veinte años retorcido de dolor. ¿Dónde estás?”. Y me sentí consolada porque me hizo ver que estaba conmigo. La muerte es muerte y aunque resucitada, se sufre, pero la esperanza en la vida eterna hace que no te paralices.<br />
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<b><i>-Luis:</i></b> Puede parecer que la muerte de un hijo es el dolor más grande, pero no es así. Todo dolor no aceptado, por pequeño que sea, es tremendamente más doloroso. En todo este tiempo hemos visto la fidelidad de Dios. Miguel ha muerto como quería: tenía miedo de morir ahogado y murió durmiendo y sin estertores; no quería quedarse calvo ni delgado, y abandonó la quimioterapia unos meses antes; le pidió a Dios poderse despedir de todos y se lo concedió… Son pequeños detalles de la fidelidad del Señor.<br />
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<b>-¿Qué frutos a día de hoy veis de su “pasión” y muerte?</b><br />
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<b><i>-Ana:</i></b> Muchos. Primero, que la familia sigamos unidos. Luego, ha sido un tiempo tan intenso que a cada uno en particular se le ha afianzado la fe y la vocación; al diácono, al seminarista, al fisioterapeuta… Los nietos han tenido un encuentro muy natural con la muerte y eso ha sido un memorial para ellos. El protagonista no era Miguel, éramos todos. Dios nos ha ayudado a no compadecernos de él ni a vivir su enfermedad con neurosis. A la una del mediodía era la hora de la morfina y todavía hoy me sobresalto pensando que se la tengo que dar. Echo en falta el contacto de su piel en mis labios. ¡Le he besado tanto en este último tiempo! Su “te quiero, mamá” ya no está, y me ha dejado un hueco grandísimo. Pero no lloramos con desesperación porque sabemos que está con el Señor.<br />
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<b>-¿La Virgen os ha ayudado?</b><br />
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<b><i>- Ana:</i></b> Desde muy pequeños siempre les he dicho a mis hijos: “Donde mamá no llega empieza la Virgen”. Los últimos días Miguel dormía pegado a la pared por los dolores y le colocamos un icono de la Virgen del Silencio, a la altura de sus ojos, para que se sintiera acompañado por ella. Pasadas las horas me dijo: “Primera victoria de la Virgen: cuando me han venido las angustias la he abrazado y le he acariciado la cara. Entonces me ha inundado una paz que me he dormido tres horas”. Así estuvo las últimas cinco noches antes de morir. Sé que en el momento en que un alma expira, Jesucristo y la Virgen la recogen y la llevan al Padre. Nada más morir, como dicen que todavía pueden escuchar, me acerqué a su oído y le dije: “Miguel, ya estás de viaje. Estás abrazado a Cristo camino hacia el Padre”.<br />
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<b>- ¿Se puede encontrar descanso en la cruz?</b><br />
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<b><i>- Ana:</i></b> Sí, es más, solo existe descanso en la cruz de Cristo. Por mi carácter le he pedido mucho a la vida y le he dejado poco espacio a Dios; pero en la cruz he visto que está Él. En la enfermedad de Miguel la cruz crecía y crecía, pero él descansaba y descansaba. Me maravillaba ver cómo Miguel se vaciaba cada día de sí para llenarse de Dios. Los tres meses antes de su muerte me los pasé sin salir de casa para nada, y engordé quince kilos. Cuando me lamentaba por mi peso me decía: “Mamá, cada cien gramos que has cogido es una muestra de amor hacia mí. Paséalos con elegancia”.<br />
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<b>-¿Creéis que Dios ha sido bueno con vosotros?</b><br />
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<b><i>- Luis:</i></b> Buenísimo.<br />
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<i><b>- Ana:</b></i> Por supuesto. La fe es la mejor lotería y además es gratis. Sabemos que nuestra misión con Miguel ha acabado cuando lo hemos enterrado con fe. Nos queda la transmisión de la fe a los otros hijos.<br />
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<i>Fuente: religionenlibertad.com</i></div>
HIJOS DE LA SAGRADA FAMILIAhttp://www.blogger.com/profile/02801523088903507955noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-84231903387285400.post-56510592812873180592014-11-22T11:09:00.002-08:002014-11-22T11:09:36.721-08:00¿Qué pasa cuando los familiares ponen pegas a la unción del enfermo? ¡Y tienen varias excusas!<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
La Unción de los enfermos no es sólo para el peligro de muerte inminente y es mejor recibirla con tiempo, confesión y estando consciente<br />
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Es la hora de la verdad: la enfermedad grave toca a la puerta, hay que reconocer nuestra debilidad y plantearse en serio nuestra necesidad de Dios, para nuestro cuerpo y nuestra alma. Es el momento de pedir el sacramento de la Unción de los Enfermos. Sin embargo, en muchos países de cultura católica occidental hay cosas que dificultan al enfermo acudir a este sacramento... entre ellas los propios parientes.<br />
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Fernando Poyatos, un laico que lleva muchos años en la pastoral con enfermos, ha reflexionado sobre el tema en su libro <i>"Pastoral de la Salud: Guía espiritual y práctica"</i> (Ediciones De Buena Tinta). Reproducimos su análisis.<br />
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<b>Los familiares como posible escollo </b><br />
<b>para la Unción de los Enfermos</b><br />
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Volvamos con más detalle al gran escollo que en nuestra pastoral suponen esos familiares que, por un amor por su enfermo totalmente mal entendido, se niegan a proporcionarles la Unción <i>“porque se va a asustar”</i>.<br />
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Algunos no se niegan totalmente, pero dicen: <i>“Más adelante”</i>, <i>“todavía no está para eso”</i>, o nos cuchichean con vehemencia: <i>“¡No, no, que se asustaría!”</i>.<br />
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Lo ideal es que la persona esté lo bastante lúcida como para hacer una buena confesión, aunque nos digan sus familiares que <i>“él siempre ha sido muy bueno”</i>.<br />
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O que <i>“es muy creyente”</i>, o <i>“mi madre es muy devota de la Virgen del Carmen”</i>.<br />
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Yo suelo contestarles que todos somos pecadores y que hasta los santos y los papas, <i>“bastante buenas personas”</i>, han pedido confesarse y recibir la Unción y el Viático cuando han enfermado gravemente.<br />
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Como explico tantas veces: <i>“Ya sabemos que la misericordia de Dios es infinita, y que ‘Dios es amor’, como se dice mucho ahora para no sentirse responsable de muchas cosas (comentado más detalladamente en el capítulo 8), pero también su justicia es infinita, y no puede perdonar si no le pedimos perdón”</i>.<br />
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Además, como leí una vez, <i>«nadie se muere por llamar a tiempo al sacerdote»</i>, pero sí que podemos morir sin estar en gracia de Dios por ese irracional y peligroso miedo a que se asuste, pero no a que pueda condenarse para toda la eternidad por no haberse preparado para su encuentro con Cristo.<br />
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Nadie le pide a los médicos que no le den quimio a su enfermo por si se asusta, porque saben que es necesario.<br />
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Bien claro lo dice el padre Cantalamessa:<br />
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<i>«Hay casos en los cuales asustar a alguno es un acto de caridad. Así hace un buen médico, cuando no tiene otro remedio, para hacer entender al enfermo que debe dejar de fumar o de hacer otra cosa peligrosa para su salud.»</i><br />
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Además, todo hijo de Dios tiene derecho a conocer la verdad sobre sí mismo y a salvarse.<br />
<br />
Pero, desgraciadamente, podría contar bastantes casos de familias que, por haber esperado demasiado, se han quedado con el remordimiento de no haber proporcionado a su enfermo el sacramento de la Unción.<br />
<br />
No hace mucho, en Cuidados Paliativos, una señora mayor a quien veía debilitarse día a día, cuando le expliqué brevemente en qué consistía el sacramento y sus beneficios, me dijo: <i>“Más adelante”</i>. Al menos traté de reflexionar un poco con ella:<br />
<br />
<i>-Pero, María, ese regalo tan grande que nos ha dejado Jesús es para ahora; en realidad, para cuando empezaste a ponerte enferma. ¿A que al médico no le dirías “más adelante”, si te ofrece un tratamiento o un calmante para el dolor, que él sabe que necesitas ahora? Pues Dios es quien nos da los médicos, lo mismo que les ha dado esos calmantes que te quitan el dolor, y ese gotero, y tantos otros inventos para nuestra salud corporal. Y a la vez nos da la Unción de Enfermos, porque Él te ama a ti en cuerpo y espíritu y quiere que tengas los dos sanos.</i><br />
<br />
A veces, al ver a un enfermo o su familia tan reacios al sacramento, o tratando de aplazarlo todo lo posible, intento hacerles razonar de otra forma, diciéndoles, más o menos:<br />
<br />
<i>-Vuestros padres quisieron el Bautismo para vosotros y ese sacramento os hizo hijos de Dios; luego quisieron que recibierais la primera Comunión, otro sacramento, y os confesasteis por primera vez, otro sacramento; más tarde hemos recibido el sacramento de la Confirmación; luego quisisteis casaros en la iglesia, otro sacramento. Todos esos sacramentos que Jesús nos dejó los habéis deseado y recibido, ¿no? Y ahora, ¿cómo vais a contradeciros, como cristianos católicos, si Jesús os ofrece la Unción de Enfermos? Pero no para más tarde. Para ahora. Cada sacramento tiene su momento. ¿Lo vais a despreciar? La Unción es la medicina que Él os ofrece para sanarnos espiritualmente y, si Él quiere, aliviarnos en la enfermedad y hasta curarnos.</i><br />
<br />
Por supuesto, especialmente con los mayores, les aseguro a la vez que la Unción les dará la paz que necesitan, les cuento, para avivar su fe, algún testimonio de sanación física por la Unción que yo conozca de primera mano. Pero siempre advirtiendo que esto no significa prometer nada, excepto la sanación espiritual, si reciben el sacramento en gracia de Dios, pues estamos en sus manos y Él, en su infinita sabiduría, sabe lo que más nos conviene.<br />
<br />
<b>Ejemplos de curación </b><br />
<b>tras recibir la Unción de los enfermos</b><br />
<br />
Barbara Shlemon [evangelizadora y conferenciante católica norteamericana que murió en 2011] dejó su profesión de enfermera psiquiátrica por el ministerio de intercesión (en la enfermedad y otras situaciones) después de haber visto a una paciente de cáncer moribunda, por cuya sanación había pedido la noche anterior, recuperarse literalmente de la noche a la mañana tras recibir la Unción de los Enfermos y orar Barbara por ella . [...]<br />
<br />
En 2003 un hombre de cuarenta años, a quien llamaré Antonio, además de haber sido operado de un cáncer de cadera, tenía diversos daños orgánicos por haber usado drogas durante algunos años debido a malas amistades.<br />
<br />
Su moral estaba por los suelos, la vida no le importaba y ni me respondió cuando le sugerí la Unción de Enfermos, pero la pidió poco después (aunque no la recibió hasta que, al declarársele neumonía y pleuresía, el médico aconsejó a su madre no dejarle ya aquella noche y que sacaran a su compañero de la habitación).<br />
<br />
Al recibirla dijo: <i>“Dejadme solo, que quiero pensar en esto”</i>; la fiebre le empezó a bajar sin haberle dado aún el antibiótico que requería; su madre contaba: <i>“Aquella noche pasé mucho miedo cada vez que parecía no respirar, porque nunca lo había visto dormir tan plácidamente”</i>; por la mañana pidió la Comunión, y lo mismo los ocho o diez días que siguió en el hospital; yo se la llevé a su casa durante dos semanas.<br />
<br />
La primera vez que nos vimos en la calle sonrió y dijo mirando para arriba: “¡Esto no me lo quita a mí nadie!”. A partir de ahí su crecimiento espiritual ha sido muy grande.<br />
<br />
<i>Fuente: religionenlibertad.com</i></div>
HIJOS DE LA SAGRADA FAMILIAhttp://www.blogger.com/profile/02801523088903507955noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-84231903387285400.post-40941697254652190332014-11-02T12:45:00.000-08:002014-11-02T12:45:40.500-08:00Catequesis, por el P. Javier Sánchez Martínez<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://3.bp.blogspot.com/-FM_4IHhQaqE/U43VlSYHSrI/AAAAAAAAKGs/yFglezI9Luo/s1600/ANOINTING+OF+THE+SICK+5.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://3.bp.blogspot.com/-FM_4IHhQaqE/U43VlSYHSrI/AAAAAAAAKGs/yFglezI9Luo/s1600/ANOINTING+OF+THE+SICK+5.jpg" /></a></div>
<br />
De ser un sacramento para agonizantes, moribundos, según la anterior disciplina eclesial, hemos pasado a un sacramento de la Unción que siendo para enfermos con cierta gravedad, se administra demasiado indiscriminadamente a cualquier persona, incluso sana, con el único requisito de haber cumplido los 65 años.<br />
<br />
El sacramento de la Unción es una acción sacramental de Cristo con su Iglesia para los enfermos graves, aquellos que corren ya serio peligro, y para los ancianos con una ancianidad avanzada y difícil; también para intervenciones quirúrgicas graves, con riesgo para el paciente. En estas situaciones siempre la constante es un riesgo y un peligro grave.<br />
<br />
Consta esta<b> liturgia sacramental</b> de unos elementos centrales:<br />
<br />
– La oración por el enfermo<br />
– La imposición de manos en la cabeza del enfermo (siempre pausada, orante, espiritual)<br />
– La Unción con el óleo bendecido; se unge en la frente y en las manos con la fórmula sacramental: <i>"Por esta santa Unción y su bondadosa misericordia te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo.</i><br />
<i>R/ Amén.</i><br />
<i>Para que libre de tus pecados te conceda la salvacón y te ayude en tu enfermedad.</i><br />
<i>R/ Amén".</i><br />
<br />
<b>Veamos el contenido del Sacramento</b><br />
<br />
"El Sacramento de la Unción de los Enfermos... fue instituido y transmitido como signo eficaz del amor redentivo de Cristo, que quiere restaurar al hombre principalmente en el espíritu, sin, por ello, olvidar su cuerpo.<br />
<br />
Al conferirlo la Iglesia no pretende sustituir a la medicina, y está muy lejos de concepciones o prácticas pseudo-religiosas, que tengan afinidad con cualquier forma de superstición. La Iglesia -lo sabéis- se mueve en otro plano: el sobrenatural de los sacramentos, que son signos eficaces de la intervención de Cristo, Salvador y Médico divino, en nuestra vida y en nuestras necesidades físicas y espirituales. Sin embargo, el Sacramento de la Unción encierra también un significado profundamente humano" (Pablo VI, <i>Misa jubilar para los enfermos</i>, 5-octubre-1975).<br />
<br />
Este Sacramento es un signo eficaz de la gracia donde interviene Cristo, el Señor, para bien del espíritu del enfermo así como para su cuerpo. ¡Se trata de enfermos, no de personas de la tercera edad sin más! Al sufrimiento de la enfermedad grave, para el cuerpo que se ve quebrantado, hay que sumarle el orden espiritual que se resiente y sufre igualmente.<br />
<br />
<b>¿Qué pedimos y esperamos de este Sacramento?</b><br />
<br />
"Evidentemente, también en este Sacramento, la Iglesia mira principalmente al alma, a la remisión de los pecados y al aumento de la divina gracia; pero, por cuanto a ella se refiere, desea y espera procurar el alivio y, si es posible, también la curación del enfermo" (ibíd.).<br />
<br />
El sacramento de la Unción de los enfermos recibió una liturgia nueva, o mejor, se revisó su liturgia anterior para pasar de ser "extremaunción" a ser "Unción de los enfermos". El concilio Vaticano II prescribió:<br />
<br />
"Unción de enfermos<br />
<br />
73. La «extremaunción», que también, y mejor, puede llamarse «unción de enfermos», no es sólo el Sacramento de quienes se encuentran en los últimos momentos de su vida. Por tanto, el tiempo oportuno para recibirlo comienza cuando el cristiano ya empieza a estar en peligro de muerte por enfermedad o vejez.<br />
<br />
– Reforma del rito<br />
<br />
74. Además de los ritos separados de la unción de enfermos y del viático, redáctese un rito continuado, según el cual la unción sea administrada al enfermo después de la confesión y antes del recibir el viático.<br />
<br />
– Número de unciones y oraciones<br />
<br />
75. Adáptese, según las circunstancias, el número de las unciones, y revísense las oraciones correspondientes al rito de la unción de manera que respondan a las diversas situaciones de los enfermos que reciben el sacramento" (SC 73-75).<br />
<br />
– El papa Pablo VI explicaba así el objetivo de la reforma de este Sacramento:<br />
<br />
"Basándonos en las palabras del Señor, transmitidas por los Apóstoles, y movidos por sus mismos sentimientos de caridad, hemos promovido recientemente la reforma del rito de la unción de los enfermos, para que apareciese mejor su finalidad integral y se facilitase y extendiese -dentro de los límites justos- la administración también fuera de los casos de enfermedad mortal" (Pablo VI, Misa jubilar para los enfermos, 5-octubre-1975).<br />
<br />
En definitiva, una ayuda del Señor mediante los sacramentos para algo tan humanísimo y dramático a la vez como es la enfermedad grave.<br />
<br />
Valdrá la pena tener presente este Sacramento, conocer su doctrina en el Catecismo de la Iglesia Católica, participar en su celebración cuando sepamos que se administra a alguien para vivirlo y rezar.<br />
<br />
<i>Fuente: religionenlibertad.com</i></div>
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El <i>Óleo de los Enfermos</i> se utiliza sólo en la unción que se recibe durante el sacramento y solamente un sacerdote puede administrar válidamente este sacramento. Por esta razón, a los diáconos, a los ministros de la comunión a los enfermos u otras personas que rezan con los enfermos, se les aconseja no utilizar ningún tipo de aceite para evitar dar la impresión de celebrar el sacramento de la unción de los enfermos.<br />
<br />
<i>Fuentes: Rito de la Unción, Derecho Canónico</i></div>
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La Unción de los Enfermos se puede administrar a los fieles que tienen uso de razón y cuyo estado de salud se ve seriamente afectado por enfermedad o vejez. <i>(Can.1004 y Rito de la Unción 4)</i><br />
<br />
Algunos ejemplos serían:<br />
<ul>
<li>antes de una operación quirúrgica debido a una enfermedad grave; </li>
<li>los ancianos cuya salud está seriamente debilitada; </li>
<li>niños enfermos que tienen uso de razón. </li>
</ul>
El Derecho Canónico indica que si hubiera duda de si la persona tiene uso de razón, o está seriamenta enferma o, incluso, muerta, el sacramento puede ser administrado <i>(Canon 1005, Rito de la Unción 8, 10,12).</i><br />
<div>
<i><br /></i></div>
<div>
<i>Fuentes: Rito de la Unción, Derecho Canónico</i></div>
</div>
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Si la persona ya está muerta, el sacerdote <i>no</i> administra el sacramento de la unción de los enfermos. En su lugar, reza la oración de los muertos para esa persona. Estas oraciones piden perdón a Dios por los pecados del difunto y que Dios lo reciba en el reino de los cielos <i>(Rito de la Unción, 15).</i> </div>
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CAPÍTULO III<br />
DE AQUELLOS A QUIENES SE HA DE ADMINISTRAR EL SACRAMENTO DE LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS<br />
<br />
<b>1004 § 1</b> Se puede administrar la unción de los enfermos al fiel que, habiendo llegado al uso de razón, comienza a estar en peligro por enfermedad o vejez.<br />
<br />
<b>§ 2.</b> Puede reiterarse este sacramento si el enfermo, una vez recobrada la salud, contrae de nuevo una enfermedad grave, o si, durante la misma enfermedad, el peligro se hace más grave.<br />
<br />
<b>1005</b> En la duda sobre si el enfermo ha alcanzado el uso de razón, sufre una enfermedad grave o ha fallecido ya, adminístresele este sacramento.<br />
<br />
<b>1006</b> Debe administrarse este sacramento a los enfermos que, cuando estaban en posesión de sus facultades, lo hayan pedido al menos de manera implícita.<br />
<br />
<b>1007</b> No se dé la unción de los enfermos a quienes persisten obstinadamente en un pecado grave manifiesto.</div>
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CAPÍTULO II<br />
DEL MINISTRO DE LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS<br />
<br />
<b>1003 § 1.</b> Todo sacerdote, y sólo él, administra válidamente la unción de los enfermos.<br />
<br />
<b>§ 2.</b> Todos los sacerdotes con cura de almas tienen la obligación y el derecho de administrar la unción de los enfermos a los fieles encomendados a su tarea pastoral; pero, por una causa razonable, cualquier otro sacerdote puede administrar este sacramento, con el consentimiento al menos presunto del sacerdote al que antes se hace referencia.<br />
<br />
<b>§ 3.</b> Está permitido a todo sacerdote llevar consigo el óleo bendito, de manera que, en caso de necesidad, pueda administrar el sacramento de la unción de los enfermos.</div>
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CAPÍTULO I<br />
DE LA CELEBRACIÓN DEL SACRAMENTO<br />
<br />
<b>999</b> Además del Obispo, pueden bendecir el óleo que se emplea en la unción de los enfermos:<br />
<br />
<b>l</b> quienes por derecho se equiparan al Obispo diocesano;<br />
<br />
<b>2</b> en caso de necesidad, cualquier presbítero, pero dentro de la celebración del sacramento.<br />
<br />
<b>1000 § 1.</b> Las unciones han de hacerse cuidadosamente, con las palabras orden y modo prescritos en los libros litúrgicos; sin embargo, en caso de necesidad, basta una sola unción en la frente, o también en otra parte del cuerpo, diciendo la fórmula completa.<br />
<br />
<b>§ 2.</b> El ministro ha de hacer las unciones con la mano, a no ser que una razón grave aconseje el uso de un instrumento.<br />
<br />
<b>1001</b> Los pastores de almas y los familiares del enfermo deben procurar que sea reconfortado en tiempo oportuno con este sacramento.<br />
<br />
<b>1002</b> La celebración común de la unción de los enfermos para varios enfermos al mismo tiempo, que estén debidamente preparados y rectamente dispuestos, puede hacerse de acuerdo con las prescripciones del Obispo diocesano.</div>
HIJOS DE LA SAGRADA FAMILIAhttp://www.blogger.com/profile/02801523088903507955noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-84231903387285400.post-27934555371775095292014-11-02T08:39:00.000-08:002014-11-02T08:39:21.846-08:00Código de Derecho Canónico: LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS (Cann.998-1007)<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS EN EL DERECHO CANÓNICO<br />
DE LA IGLESIA CATÓLICA<br />
<br />
TÍTULO V<br />
DEL SACRAMENTO DE LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS (Cann.998–1007)<br />
<br />
<b>998</b> La unción de los enfermos, con la que la Iglesia encomienda los fieles gravemente enfermos al Señor doliente y glorificado, para que los alivie y salve, se administra ungiéndoles con óleo y diciendo las palabras prescritas en los libros litúrgicos.</div>
HIJOS DE LA SAGRADA FAMILIAhttp://www.blogger.com/profile/02801523088903507955noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-84231903387285400.post-49034055833376355842014-10-31T17:22:00.003-07:002014-10-31T17:22:41.539-07:00Catecismo: Resumen. nn. 1526-1532<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<b>Resumen</b><br />
<br />
<b>1526</b><i> "¿Está enfermo alguno entre vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en el nombre del Señor. Y la oración de la fe salvará al enfermo, y el Señor hará que se levante, y si hubiera cometidos pecados, le serán perdonados" (St 5,14-15).</i><br />
<br />
<b>1527</b> El sacramento de la Unción de los enfermos tiene por fin conferir una gracia especial al cristiano que experimenta las dificultades inherentes al estado de enfermedad grave o de vejez.<br />
<br />
<b>1528</b> El tiempo oportuno para recibir la Santa Unción llega ciertamente cuando el fiel comienza a encontrarse en peligro de muerte por causa de enfermedad o de vejez.<br />
<br />
<b>1529</b> Cada vez que un cristiano cae gravemente enfermo puede recibir la Santa Unción, y también cuando, después de haberla recibido, la enfermedad se agrava.<br />
<br />
<b>1530</b> Sólo los sacerdotes (presbíteros y obispos) pueden administrar el sacramento de la Unción de los enfermos; para conferirlo emplean óleo bendecido por el obispo, o, en caso necesario, por el mismo presbítero que celebra.<br />
<br />
<b>1531</b> Lo esencial de la celebración de este sacramento consiste en la unción en la frente y las manos del enfermo (en el rito romano) o en otras partes del cuerpo (en Oriente), unción acompañada de la oración litúrgica del sacerdote celebrante que pide la gracia especial de este sacramento.<br />
<br />
<b>1532</b> La gracia especial del sacramento de la Unción de los enfermos tiene como efectos:<br />
— la unión del enfermo a la Pasión de Cristo, para su bien y el de toda la Iglesia;<br />
— el consuelo, la paz y el ánimo para soportar cristianamente los sufrimientos de la enfermedad o de la vejez;<br />
— el perdón de los pecados si el enfermo no ha podido obtenerlo por el sacramento de la penitencia;<br />
— el restablecimiento de la salud corporal, si conviene a la salud espiritual;<br />
— la preparación para el paso a la vida eterna.</div>
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<b><span style="color: #990000;">V. El viático, último sacramento del cristiano</span></b><br />
<br />
<b>1524</b> A los que van a dejar esta vida, la Iglesia ofrece, además de la Unción de los enfermos, la Eucaristía como viático. Recibida en este momento del paso hacia el Padre, la Comunión del Cuerpo y la Sangre de Cristo tiene una significación y una importancia particulares. Es semilla de vida eterna y poder de resurrección, según las palabras del Señor: <i>"El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día" (Jn 6,54).</i> Puesto que es sacramento de Cristo muerto y resucitado, la Eucaristía es aquí sacramento del paso de la muerte a la vida, de este mundo al Padre (Jn 13,1).<br />
<br />
<b>1525</b> Así, como los sacramentos del Bautismo, de la Confirmación y de la Eucaristía constituyen una unidad llamada <i>"los sacramentos de la iniciación cristiana"</i>, se puede decir que la Penitencia, la Santa Unción y la Eucaristía, en cuanto viático, constituyen, cuando la vida cristiana toca a su fin, <i>"los sacramentos que preparan para entrar en la Patria"</i> o los sacramentos que cierran la peregrinación.</div>
HIJOS DE LA SAGRADA FAMILIAhttp://www.blogger.com/profile/02801523088903507955noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-84231903387285400.post-48815990152001247262014-10-31T17:17:00.002-07:002014-10-31T17:17:50.988-07:00Catecismo: Efectos de la celebración de este sacramento, nn. 1520-1523<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<b><span style="color: #990000;">IV. Efectos de la celebración de este sacramento</span></b><br />
<br />
<b>1520</b> Un don particular del Espíritu Santo. La gracia primera de este sacramento es un gracia de consuelo, de paz y de ánimo para vencer las dificultades propias del estado de enfermedad grave o de la fragilidad de la vejez. Esta gracia es un don del Espíritu Santo que renueva la confianza y la fe en Dios y fortalece contra las tentaciones del maligno, especialmente tentación de desaliento y de angustia ante la muerte (cf. Hb 2,15). Esta asistencia del Señor por la fuerza de su Espíritu quiere conducir al enfermo a la curación del alma, pero también a la del cuerpo, si tal es la voluntad de Dios (cf Concilio de Florencia: DS 1325). Además, <i>"si hubiera cometido pecados, le serán perdonados"</i> (St 5,15; cf Concilio de Trento: DS 1717).<br />
<br />
<b>1521</b> La unión a la Pasión de Cristo. Por la gracia de este sacramento, el enfermo recibe la fuerza y el don de unirse más íntimamente a la Pasión de Cristo: en cierta manera es consagrado para dar fruto por su configuración con la Pasión redentora del Salvador. El sufrimiento, secuela del pecado original, recibe un sentido nuevo, viene a ser participación en la obra salvífica de Jesús.<br />
<br />
<b>1522</b> Una gracia eclesial. Los enfermos que reciben este sacramento, <i>"uniéndose libremente a la pasión y muerte de Cristo, contribuyen al bien del Pueblo de Dios" (LG 11).</i> Cuando celebra este sacramento, la Iglesia, en la comunión de los santos, intercede por el bien del enfermo. Y el enfermo, a su vez, por la gracia de este sacramento, contribuye a la santificación de la Iglesia y al bien de todos los hombres por los que la Iglesia sufre y se ofrece, por Cristo, a Dios Padre.<br />
<br />
<b>1523</b> Una preparación para el último tránsito. Si el sacramento de la unción de los enfermos es concedido a todos los que sufren enfermedades y dolencias graves, lo es con mayor razón <i>"a los que están a punto de salir de esta vida" (in exitu viae constituti; Concilio de Trento: DS 1698),</i> de manera que se la llamado también <i>sacramentum exeuntium ("sacramento de los que parten"; ibid.).</i> La Unción de los enfermos acaba de conformarnos con la muerte y resurrección de Cristo, como el Bautismo había comenzado a hacerlo. Es la última de las sagradas unciones que jalonan toda la vida cristiana; la del Bautismo había sellado en nosotros la vida nueva; la de la Confirmación nos había fortalecido para el combate de esta vida. Esta última unción ofrece al término de nuestra vida terrena un escudo para defenderse en los últimos combates antes entrar en la Casa del Padre (cf ibid.: DS 1694).</div>
HIJOS DE LA SAGRADA FAMILIAhttp://www.blogger.com/profile/02801523088903507955noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-84231903387285400.post-47150951706005608382014-10-31T17:13:00.000-07:002014-10-31T17:13:37.956-07:00Catecismo: La celebración del sacramento, nn.1517-1519<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<b><span style="color: #990000;">III. La celebración del sacramento</span></b><br />
<br />
<b>1517</b> Como en todos los sacramentos, la Unción de los enfermos se celebra de forma litúrgica y comunitaria (cf SC 27), que tiene lugar en familia, en el hospital o en la iglesia, para un solo enfermo o para un grupo de enfermos. Es muy conveniente que se celebre dentro de la Eucaristía, memorial de la Pascua del Señor. Si las circunstancias lo permiten, la celebración del sacramento puede ir precedida del sacramento de la Penitencia y seguida del sacramento de la Eucaristía. En cuanto sacramento de la Pascua de Cristo, la Eucaristía debería ser siempre el último sacramento de la peregrinación terrenal, el "viático" para el "paso" a la vida eterna.<br />
<br />
<b>1518</b> Palabra y sacramento forman un todo inseparable. La Liturgia de la Palabra, precedida de un acto de penitencia, abre la celebración. Las palabras de Cristo y el testimonio de los Apóstoles suscitan la fe del enfermo y de la comunidad para pedir al Señor la fuerza de su Espíritu.<br />
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<b>1519</b> La celebración del sacramento comprende principalmente estos elementos: "los presbíteros de la Iglesia" (St 5,14) imponen —en silencio— las manos a los enfermos; oran por los enfermos en la fe de la Iglesia (cf St 5,15); es la epíclesis propia de este sacramento; luego ungen al enfermo con óleo bendecido, si es posible, por el obispo.<br />
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Estas acciones litúrgicas indican la gracia que este sacramento confiere a los enfermos.</div>
HIJOS DE LA SAGRADA FAMILIAhttp://www.blogger.com/profile/02801523088903507955noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-84231903387285400.post-84881145214020744842014-10-31T17:09:00.000-07:002014-10-31T17:09:28.081-07:00Catecismo: Quién recibe y quién administra el sacramento de la unción de los enfermos, nn. 1514-1516<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<b><span style="color: #990000;">II. Quién recibe y quién administra este sacramento</span></b><br />
<b>En caso de grave enfermedad ...</b><br />
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<b>1514</b> La Unción de los enfermos <i>"no es un sacramento sólo para aquellos que están a punto de morir. Por eso, se considera tiempo oportuno para recibirlo cuando el fiel empieza a estar en peligro de muerte por enfermedad o vejez" (SC 73; cf CIC, can. 1004, §1; 1005; 1007; CCEO, can. 738).</i><br />
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<b>1515</b> Si un enfermo que recibió la unción recupera la salud, puede, en caso de nueva enfermedad grave, recibir de nuevo este sacramento. En el curso de la misma enfermedad, el sacramento puede ser reiterado si la enfermedad se agrava. Es apropiado recibir la Unción de los enfermos antes de una operación importante. Y esto mismo puede aplicarse a las personas de edad edad avanzada cuyas fuerzas se debilitan.<br />
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<b>"...llame a los presbíteros de la Iglesia"</b><br />
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<b>1516</b> Solo los sacerdotes (obispos y presbíteros) son ministros de la Unción de los enfermos (cf Concilio de Trento: DS 1697; 1719; CIC, can 1003; CCEO. can. 739,1). Es deber de los pastores instruir a los fieles sobre los beneficios de este sacramento. Los fieles deben animar a los enfermos a llamar al sacerdote para recibir este sacramento. Y que los enfermos se preparen para recibirlo en buenas disposiciones, con la ayuda de su pastor y de toda la comunidad eclesial a la cual se invita a acompañar muy especialmente a los enfermos con sus oraciones y sus atenciones fraternas.</div>
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